“Si el mundo fuera obvio, el arte no existiría”.
Las personas dejan de tener caras y sueños, y pasan a llamarse agentes, clientes o proveedores. Pagar en efectivo tiene sus ventajas.
Si deseas algo puedes abonarlo con tarjeta de crédito o débito, con chequeras de estrépito y vómito, con cólicos, con pálpitos, con púlpitos, con cheques, con choques, con choclos, con bonos, con bolos, con balas, con permutas, con minutas, con minutos, con sangre, con llanto, con horas extras, con pucheros, con préstamos, con próstatas, con empréstitos.
Si no tienes dinero puedes pagarlo con cadenitas de oro, con cadenotas de esclavos, con cadenas de oración, con enojos, con hinojos, con dólares, con dolores, condominios, con euros, con pleuras, compotas, con el aguinaldo, con el aguilucho, con helechos, con el adelanto, con el de adelante, con plata prestada, con plata de argentum, con platos voladores, complotando, compitiendo, compadeciendo, con herencias, con urgencias, con paciencia.
Las sociedades de consumo necesitan monedas que mantengan en funcionamiento la máquina. Vestir a la moda es estar en consonancia con las tendencias mundiales. Mirar el mismo programa de televisión que elige la mayoría, significa pertenecer al bando de los ganadores. Hablar sobre los mismos temas que habla la mayoría, nos ampara del silencio aberrante de permanecer callados.
La estupidez insiste siempre. Ser diferente es ser culpable. Ser artista es estar loco. Ser desalineado es no conservar las buenas costumbres. Y elegir libremente lo que se nos plazca es atentar contra el sentido común.
Por lo tanto el muro es la solución. Edificarnos una coraza es sentirnos seguros. Bajar la imputabilidad de los menores, es la solución. Construir cárceles es la solución. Exterminar a los delincuentes es la solución. Dar respuestas concretas sobre temas puntuales demuestra velocidad de gestión. Atacar al problema de raíz comprueba nuestra eficiencia.
El miedo no puede aterrarnos porque fuimos capaces de conquistar el misterio. El confort. La comodidad. La alarma del auto. La televisión. Todo está bajo control. Todo gira en nuestras manos como gira la tierra alrededor del sol. Pero el sol está eclipsado por la luna.
El superhombre de hoy no necesita del lento beneficio de la cultura. Las horas sólo marcan cambios de horarios. Son horas-hombre que han cedido el espacio-tiempo al rígido cartel de un horario de oficina.
Todo es mensurable: ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir, ocho horas para disfrutar. Pero... ¿cuánto tiempo dura un beso? ¿cuánto tarda un pájaro en pulverizarse contra el celeste del cielo? ¿Cuánto tiempo transcurre en el instante que cerramos los ojos y pensamos en lo extraordinario? ¿Cuánto tiempo real dura una sonata de Mozart? ¿Cuánto tiempo transcurre entre la primera y la última palabra del libro Rayuela? ¿Se puede medir ese tiempo?
Pink Floyd “The Wall” nos pone en estado de alerta. Martillos que marchan como nazis. Profesores sarcásticos con cabezas de martillos. Cintas de metal que arrojan estudiantes hacia la picadora de carne. Guerras mentirosas que se libran por intereses mezquinos y se pagan con vidas inocentes.
Otro ladrillo en la pared significa que el muro gigantesco sigue creciendo. Es hora de librar nuestra batalla. Es hora de hacer estallar las paredes insensatas que separan a los hombres.
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