De mínimas heridas lastimado
me voy muriendo a ratos tan ligero,
que me siento lejano y extranjero
del que ayer fuera alegre y confiado.
tengo un niño en el alma rezagado,
no quiero endurecerme, ¡ay! No lo quiero
Ni ser padre… ni tener sombrero….
sino ser un cantor enamorado.
Quiero permanecer en la tristeza
y en la angustia de andar como los bichos,
perdido por el mundo de la leña
Llevar como una novia mi pobreza
y morirme del gusto y del capricho
de ser un animal que canta y sueña.
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