sábado, 28 de junio de 2014

José Hernández - Por Jaime Dávalos

Cuando cae la noche de la pampa
sobre las crines de los pajonales
y tejen las vigüelas la vidala,
el silencio es tu barba, José Hernández.

Cuando crece a lo lejos la tormenta
y se estremece el trébol con el aire,
galopa el trueno su malón redondo
y la luz es tu verbo, José Hernández.

No hay rumbo del silencio que no cubra
tu Martín Fierro, entre nuestro gauchaje;
donde se desenfunda una guitarra
la fecundan tus versos, José Hernández.

No hay ranchito en que no arda tu poesía
cuando se yapa el vino con la sangre
y hay que aventar la pena respirando
tu corazón de pueblo, José Hernández.
Y en la boca de cada peón de campo,
con gusto a corazón insobornable,
el grito vivirá con tus palabras
porque eres Martín Fierro, José Hernández.

Porque siempre templaste el instrumento
para expresar el alma del gauchaje
y ponerle palabras al silencio de tu pueblo,
en él vives José Hernández.

Y cuando la violencia o la injusticia
metan sus sanguijuelas insaciables,
alzará con tu voz el horizonte
un malón de guitarras populares,
y será cada criollo un Martín Fierro
y nuestra rebeldía, José Hernández.

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