Más allá, al horizonte, hay nubarrones
que pretenden colarse en mis razones,
melancólico abril abierto al cielo
decanta en aguacero como un velo.
Las gotas acompañan con sus sones
el alegre vibrar de mis canciones
y el paisaje, su verde terciopelo,...
a la inhóspita tarde da consuelo.
El rostro del espejo no devuelve
la dulce primavera que se ha ido.
La sonrisa, ese bien que todo absuelve,
florece y en mis cruces hace nido.
Soy aquel caminante que no vuelve
y sabe, sabe bien, cuánto ha vivido.
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