tú nunca me has querido,
te parecí hermosa
(como a tantos otros
a los que nunca quise)
acariciaste el triunfo de tenerme,
en tu mano la piel, los huesos, las caricias,
el privilegio de ser dueño de todo
te enamoraste de todas mis virtudes
y velaste
artista meticuloso
esos defectos
que arruinaban tu sueño
me amaste como se ama a lo imposible
como a ese escaparate
en que nos convertimos
a los ojos de pájaros y extraños
no puedes perdonarme
que no sea perfecta
y presumes de tu mujer de piedra
mi mujer, ésta, no engorda, no me engaña,
mi mujer, ésta, se cuida, nunca sale,
mi mujer, ésta, que te lo diga ella...
vamos a ver
si ahora
nos entendemos
ésta no es tu mujer, no es la mujer de nadie,
ésta tenía nombre
hasta que tú llegaste,
ésta sabe moverse sin que tires del hilo
y ésta
desde ya
se niega a callarse.
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