La evolución de la sociedad hacia una espiritualidad más individual y profunda no parece interesar mucho a la prensa.
Esto se debe, entre otras cosas, a que el reportero típico, formado en el escepticismo e imbuido de una reverencia por la investigación “objetiva", es la persona menos idónea para apreciar la importancia de una experiencia espiritual en gran medida subjetiva, a menos que él mismo la haya vivido.
Jacob Needleman, profesor de filosofía en la Universidad Estatal de San Francisco, afirma: “El concepto de la realidad que tiene el periodista se relaciona con lo que excita a la gente: el escándalo, la violencia, el dinero y el sexo., Lo que ocurre en el interior del hombre no es noticia. Creo que los periodistas pescan con una red que no atrapa a los peces importantes. Por la manera en que formulan sus preguntas, nunca sacan a relucir los aspectos más profundos de la experiencia humana".
Tal vez el arsenal de técnicas de investigación del periodista típico haya quedado desprovisto de cualidades como el asombro, la empatía, la ternura y la compasión. Estas cualidades internas son la fuente de la luz espiritual moderna, que resplandece sin tregua a pesar de la ceguera del periodismo. Lo que muchos periodistas son incapaces de ver hoy, tal vez se convierta algún día en una gracia que después los maraville.
- D. Patrik Miller, en Columbia Journalism Review
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