Con una tímida sonrisa de sol en el cielo
y un callado viento rozándome la frente,
duerme la tarde con fatal recelo.
No hay belleza comparable, ni página que cuente
el sencillo encanto de esta tarde fría,
ese místico secreto de la tarde ausente,
cuando, retumbante en sol, de ángeles vacía,
herida por la sombra que sin cesar se extiende
sepulte en tierra resignando su alegría
al llevar con ella mi corazón doliente.
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