La lluvia es el artista que en la memoria dibuja
una acuarela de los pasados días,
y pinta las casas y los hombres con su mejor figura
para luego disolverlos
con la misma voz con que se llama a los vivos.
Cada gota mueve ese olvidado mundo
y le entrega, con su voz perdida,
un cántico que resuena dentro de la mente
para poder despertar de nuestro sueño.
Ese sueño pintado por la lluvia
que como el agua, se disuelve en el olvido.
¿Qué hay en ese melancólico paisaje
que oprime sin dolor el pecho tibio?
¿Son las figuras que calladas pasan
para no volver? ¿Es que se ha perdido
la inocente niñez para mirarlos?
¡Maldito sea el corazón que se ha vendido
por un cielo sin nubes, sin memoria,
por un sol puro, por un azul limpio!
¡Qué bello es el recuerdo sereno y tibio
de aquella plenitud que dibuja nuestra sombra
mientras en la tierra somos y vivimos!
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