sábado, 7 de noviembre de 2015

EL AMABLE REGRESO Por Alfredo R. Bufano

Vengo, esposa, cansado de mi diaria faena,
tiende pronto el mantel en la mesa de pino,
y mientras me sonríes, adereza la cena,
¡la jornada es muy larga, como es largo el camino!

Comeremos lo poco que aprontaron tus manos
con el ansia secreta de complacerme en todo,
mientras vas alegando que nos mantiene sanos,
como un gajo de guindas, el comer de este modo.

Tampoco te olvidaste de poner el florero,
como centro de mesa, con un ramo de rosas. . .
¡Ah, cómo me conoces y sabes que prefiero
un puñado de flores, a cualquier otras cosas!

Bendice con tus manos el pan de cada día,
y cenemos, cenemos mientras la noche avanza,
llenándonos el alma de una suave alegría,
precursora adorable de una nueva esperanza.

¡Oh, cuan grata es la cena que el trabajo procura,
y qué pan más sabroso el que está bien ganado,
y cuan buena es el agua y esta poca verdura
que en los gratos domingos uno mismo ha sembrado.

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