sábado, 12 de diciembre de 2015

Arte y artistas: Atahualpa Yupanqui Por Néstor A. Fayó Artículo extraído de la revista “Nativa”, del 30 de abril de 1958

     Muchas veces se habla de la libre inspiración artística, de la sublimidad de la misma, etc., en forma abstracta y lírica. Pero la realidad es otra, puesto que tal manifestación creadora por lo general no es libre, por ser producto de un ente pensante que en tales casos envilece esa misma inspiración en aras de un mendrugo.
Pero como reverso edificante y reconfortante que nos reconcilia con la majestad del arte y la dignidad del artista, encontramos también personas que no venden su lira al mejor postor; y una de ellas es precisamente Atahualpa Yupanqui.
      Así es este artista: inteligencia, capacidad creadora, notable ejecución, tesón a toda prueba, erigido en autodidacta por su falta de recursos para poder cursar universidades, y una gran firmeza de convicción para no doblegar sus inclinaciones ante la vía de la menor seducción del "acomodo"; por todo ello su inspiración es absolutamente libre. Esos son los factores de su éxito, .únicamente esos, sus condiciones de artista en la verdadera acepción del vocablo.
      No debe extrañar entonces, que se haya impuesto por su propio valer, y cuando el éxito se consigue en esa forma resulta inconmovible, porque es el juez supremo, el pueblo soberano que no se equivoca cuando su artista lo interpreta, el que da ese fallo definitivo. Y hace ya muchos años que el pueblo ha dado ese. fallo que no admite apelaciones. 'Su estilo tan personal, hace, de cada una de sus producciones una verdadera creación. Sus descripciones poéticas en los versos que sustentan sus canciones, tienen la misma característica: sencillez y belleza sin igual. Su creación tiene el encanto as nuestras flores silvestres, humildes, sencillas, pero bellas; por eso gustan, por eso el pueblo las ha hecho suyas. 
      Hemos dicho que surgió por propia gravitación de sus méritos, " sin recomendaciones "de arriba", sin imposiciones de nadie. Recordemos una anécdota: allá por 1932, antes de que triunfara plenamente en el ámbito nacional, fue contratado por la emisora de Santa Fe, la entonces Radio Rosa Soler. En aquella oportunidad se presenta a la emisora entrevistándose con el Director Artístico, en ese tiempo el Sr. losé Aquiles Acosta.
El aspecto del artista no era el de un dandy. Mal trajeado, sin guitarra, el citado director le prestó la suya para una prueba. De inmediato lo contrata, y apenas retirado Atahualpa, el propietario de la emisora le inquiere dubitativo al Director, sobre la capacidad del postulante. La respuesta del Sr. Acosta, hombre que sabe valorar el arte, fue categórica, expresando al propietario que ese ejecutante sería considerado a poco andar, como uno de los mejores valores de nuestro folklore. Así se fue imponiendo Atahualpa Yupanqui, y las palabras de aquel Director de una radio de provincia resultaron proféticas.
      Para complementar esta fugaz semblanza de este auténtico cantor de nuestros temas vernáculos, debemos señalar muy especialmente que fue uno de los precursores de la marcada corriente popular que desde hace tiempo se insinuara en pro de nuestra recuperación en la esfera del arte, con la vuelta a lo nuestro, a los valores reales de nuestro arte vernáculo. El difundió, como también lo hiciera don Andrés Chazarreía, nuestras danzas ya semi desconocidas en el Litoral argentino, y otras totalmente desconocidas, como el carnavalito, que hiciera representar por primera vez en Buenos Aires en 1943 en el teatro "Presidente Alvear" con la colaboración del malogrado gran maestro de nuestro folklore, don Dalmacio Castrillo.
       En aquellos años ya nuestra juventud no conocía una zamba, pero sabía de memoria desde las primeras notas los "foxtrots" en boga.
      Atahualpa Yupanqui pionero de la recuperación de nuestro arte campero, a sus méritos intrínsecos' como artista, une ese otro de haber luchado contra la corriente por la difusión de la música Argentina en nuestro propio país...

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