Rabí Israel Lipkin de Salant viajaba en un tren hacia Vilna en el vagón de fumadores y un joven le comenzó a gritar a causa del olor que despedía su cigarrillo. Los otros pasajeros quedaron sorprendidos pues estaban en el vagón correcto. Rabí Israel apagó su cigarrillo y abrió la ventana para disipar el humo y el olor. Unos segundos después, el joven cerró la ventana, protestándole al anciano por haberlo abierto. Rabí Israel se disculpó ante el joven y comenzó a leer un libro.
Cuando llegaron a Vilna, el joven quedó horrorizado al ver tanta gente en la estación, que había venido a recibir a unos de los más grande sabios de aquella época. Inmediatamente corrió a la casa donde estaba el Rabí para pedirle perdón. El Sabio lo tranquilizó y le preguntó porque había venido a Vilna y el joven le respondió que deseaba ser ordenado shojet. Rabí Israel sonrió y le dijo que su yerno lo podría preparar.
Y así, le proporcionó diversas personas que lo ayudaron a prepararse para pasar los exámenes, e inclusive le consiguió un puesto. Antes de partir de Vilna, se presentó ante el Rabí y con lágrimas en los ojos le dijo:
-Entiendo que me haya perdonado, pero ¿por qué me ayudó tanto?
-Rabí Israel tomó su mano y le dijo:
-Es fácil decir “te perdono” .Pero ¿cuándo sabe uno que no tiene más resentimiento en su interior? Yo no estaba seguro. La única manera de eliminar un resentimiento es la acción. El que quiere a otro, desarrolla un sentimiento con el que ayuda. Al ayudarte, creé un verdadero cariño, que es más importante y más profundo que las
palabras: “te perdono”.
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