Al poco tiempo de que el Rabino Iaakov Kamenetsky asumió el cargo como guía espiritual de la ciudad de Tzitevan, Lituania, vino un miembro de la comunidad para aconsejarse respecto de un hecho que le había sucedido en el correo, donde el empleado en vez de darle vuelto de un billete de 10 de la moneda del lugar, le dio vuelto de 100. Rabí Iaakov le dijo que de acuerdo con nuestros sabios hay que se honesto tanto con los propios como con lo gentiles y lo invitó a que devolviera el dinero.
Tiempo después, el Rabino estuvo en el correo y el mismo empleado le dio más estampillas de las que había solicitado y el Rabino se las devolvió. La sonrisa astuta del empleado lo convenció de que estaba probando si el nuevo Rabino era honesto o no. Y en verdad quedó encantado de tener la oportunidad de demostrar su conducta en aras de la Santificación del Nombre del Eterno.
Después de la guerra supo que ese empleado había sido uno de los pocos que habían estado dispuestos a esconder a los judíos de los nazis.
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