sábado, 26 de marzo de 2016

TRES ANÉCDOTAS RABÍNICAS

I


Esta historia tuvo lugar en el siglo XIX, en un villorrio ruso, durante un invierno duro, tan duro que los pobres sufrían más que de costumbre.
Para ir en busca de ayuda a lo del único judío rico del pueblo hombre famoso por su avaricia, el rabino eligió una de las noches más frías. Golpeó a la puerta y el ricachón mismo salió a abrirle. Posiblemente fuese la única persona del poblado que en una noche así sólo vestía una camisa, tan calefaccionada estaba su casa.
- Entre, rebe, en casa va a estar más abrigado invitó a pasar al rabino.
  - No, no vale la pena, es sólo un minuto respondió el rabí, y entabló con el hombre una larga conversación preguntándole calmosamente por cada uno de los miembros de su familia, mientras el hombre tiritaba y sus dientes le castañeteaban ante la puerta abierta. A cada momento volvía a rogarle al rabí que entrara pero éste persistía en su negativa.
- ¿Y cómo le va al primo de su cuñado, que dejó la ciudad? seguía el rabí.
El hombre estaba azul y ya no soportaba más el frío, de modo que preguntó finalmente:
- Y dígame, rebe, ¿cuál es el motivo de su visita?
- Vine a pedirle dinero para comprar carbón para los pobres del pueblo.
- Bien, ¿y por qué no entra y hablamos al calor del hogar?
- Es que si yo entro a su casa vamos a sentarnos al lado de la chimenea y a disfrutar del calor, y cuando yo le explique que los obres sufren frío usted no va a entenderlo, y me va a dar cinco rublos o tal vez diez. Pero en cambio ahora, que desde hace un largo rato usted siente el frío en sus propios huesos, si yo le digo que los pobres sufren frío va a comprenderlo mejor, ¿no es cierto?
El hombre le dio cien rublos al rabí y se sintió feliz de poder cerrar su puerta y volver a sentarse al lado de su chimenea.


II


Un Judío va a consultar al rabino del pueblo.
- Rebe, con mi mujer y mis cinco hijos vivimos en un solo ambiente, plata para mudarme no tengo y mi vida es un infierno... ¿Qué puedo hacer?
El rabino piensa y le dice:
- ¿Tenés suegra?
- Sí.
- Lleva a tu suegra a vivir con ustedes.
- Pero...
-¡Hacelo!
Al otro día vuelve el judío y le dice:
- Rebe, estamos peor que antes.
- Lleva tu perro y tu vaca a vivir con ustedes.
  - ¡Pero, rebe...!  
- ¡Hacelo!
Al día siguiente, se ve desencajado.
- Rebe, esto ya es decididamente insoportable... No puedo vivir.
- ¿Tenés una oveja? ¡Llévala también a vivir con ustedes!
- ¡Pero, rebe. .!
- ¡Haceme caso...!
Al día siguiente, el pobre hombre llega destrozado.
- Rebe, no puedo más, usted me aconsejó, yo le hice caso, y estoy al borde de la muerte, es enloquecedor estar ahí con mi mujer, mis cinco hijos, mi suegra, el perro, la vaca y la oveja.
- Entonces que ahora se vayan el perro, la vaca, la oveja y tu suegra.
Al día siguiente vuelve y le besa las manos al rabino:
- Usted tenía razón, rebe. ¡Ahora descubro lo grande que es mi casa! ¡Un paraíso!


III


Una vez fue un pobre a pedirle ayuda a cierto ricachón miserable, pero el ricachón montó en cólera:
- ¡Vete al diablo, yo no doy limosnas! le gritó, lanzando a continuación sobre el pobre todo tipo de maldiciones.
- Me lo tengo bien merecido respondió el hombre, ¿por qué tenía que venir yo a verte? ¡Que venga ella misma, la que me mandó!
- ¡¿Y quién fue la que tuvo la mala idea de mandarte a verme?! se enfureció más todavía el ricachón.
- ¿Y quién iba a ser? La miseria. Y espero que ella misma venga pronto a visitar tu casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario