El cielo está pálido
bajo el sol de fuego.
Cada nube blanca
es un reverbero.
Los trigos maduros,
amarillos, secos,
ondulando en lomas
piérdense a lo lejos.
Contra el horizonte,
verde, casi negro,
un monte se pinta,
oasis en desierto.
Largo es el camino
entre pueblo y pueblo.
Tosca, sal, arena
volando y ardiendo.
Con los pies desnudos,
hambriento y sediento,
el pobre linyera
marcha a pasos lentos.
Pasa un tren sonoro,
un auto violento,
un sulky liviano,
un caballo esbelto,
y el pobre linyera
marcha a pasos lentos.
Ninguno le dice:
- Sube, compañero.
Él no tiene nada
sobre el campo ubérrimo:
ni un mal ternerillo,
ni un grano pequeño.
Sólo tiene leguas
que andar en silencio.
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