sábado, 2 de noviembre de 2013

La cosecha de la fruta. Por Rabindranath Tagore

Rezaba Sanatán el rosario, cerca del Ganges, cuando un brahmín haraposo se acercó a él y le dijo:
Ayúdame, que soy pobre.
Mi escudilla de las limosnas es lo único que poseo  dijole Sanatán. He dado todo lo que tenía.
Es que Shiva, mí señor, se me apareció en sueños  dijo el brahmín  y me aconsejó que viniera a verte.
De repente se acordó Sanatán que había encontrado una piedra de inapreciable valor entre los guijarros de la playa y, pensando que alguno pudiera necesitarla, la había escondido en la arena.
Señaló el lugar donde la escondiera al brahmín, que asombrado desenterró la piedra.
Sentóse el brahmín en el suelo y púsose a cavilar, hasta que el sol se hundió detrás de los árboles, y los vaqueros tornaron a sus hogares junto con el ganado.
Entonces se levantó, y lentamente, se acercó a Sanatán y le dijo:
Maestro: Dame la más ínfima fracción de esa riqueza que desdeña toda la riqueza del mundo. Y arrojó la piedra preciosa al agua.

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