Diez años lejos de su lado estuve;
ni un solo instante la olvidé en mi ausencia;
era, entre el batallar de mi conciencia,
el sol que borra la pasada nube.
Por ella, errante aventurero anduve,
perdiendo por su bien media existencia,
¡Cuántas noches de frío y de inclemencia
cuánta altura mi calvario sube!
Por fin, ya conquistada mi fortuna,
volví a la tierra que meció mi cuna,
buscar mis amores más tempranos.
Huyó al verme... ¡ No me conocía!
En cambio, el perro que a sus pies dormía
movió la cola y me lamió las manos.
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