1
Tristeza dulce del campo.
La tarde vino cayendo.
De las praderas segadas
llega un suave olor a heno.
Los pinares se han dormido.
Sobre la colina, el cielo
es tiernamente violeta.
Canta un ruiseñor despierto.
Vengo detrás de una copla
que había por el sendero,
copla de llanto, aromada
con el olor de este tiempo
copla que iba llorando
no sé qué cariño muerto,
de otras tardes de septiembre
que olieron también a heno
3
La calle espera a la noche.
Todo es historia y silencio.
Los árboles de la acera
se han dormido bajo el cielo.
Y el cielo es violeta y triste,
un cielo de abril, un bello
cielo violeta, con suaves
preludios del estrelleo.
Por las verjas se ve luz
en las casas. Llora un perro
ante una puerta cerrada.
Negro sobre el cielo liso
revolotea un murciélago...
¡Oh la lámpara amarilla,
la paz de los niños ciegos,
la nostalgia de las viudas,
la presencia de los muertos!
¡Cuentos que en aquellas tardes
de abril, que ya nunca han vuelto,
nos contábamos, mirando
fijamente a los luceros:
Y va cayendo la nombra,
dulce y grande, en paz, con esos
rumores lejanos que
se escuchan desde los pueblos.
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