sábado, 4 de enero de 2014

SEPULTURA DE LA IMAGINACIÓN Por Miguel Hernández

Un  albañil   quería. No  le faltaba aliento.
Un albañil quería, piedra  tras piedra, muro
tras muro, levantar una imagen al viento
desencadenador en el futuro.

Quería un edificio capaz de lo más leve
No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
Piedras de plumas, mares de pájaros, los mueve
una imaginación al mediodía.

Reía. Trabajaba. Cantaba. De sus brazos
con un poder más alto que el ala de los truenos,
Iban brotando muros lo mismo que aletazos
Pero los aletazos duran menos.

Al, fin, era la piedra su agente. Y la montaña
tiene valor de vuelo si  es totalmente activa.
Piedra por piedra es peso y hunde cuanto acompaña
aunque esto sea un mundo de ansia viva.

un albañil quería... Pero la piedra cobra
su torva densidad brutal en un momento,
Aquel hombre, labraba su cárcel. Y en su  obra
fueron precipitados él y el viento.

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