sábado, 12 de septiembre de 2015

Sara Por Diana Luz Bravi

Cala madura, rama fecunda,
quién hubiera previsto esa mañana
paloma en la isla,
de casa alondra, apuro de anís
fuiste siempre testigo.
Mi mejor vestido
necesita ahora tus manos.
Cierro los ojos y me lo decías:
te quiero envuelta de su mirada,
saliente el carmín, el abrigo nuevo,
si te viera él,
jazmines en la blusa de muselina.
Fui desnuda ante vos, bajé esa lámpara,
te dejé, y fue silencio la cala en tu pecho,
no miraste atrás, no fuera,
que mi mano tenaz te detuviera
que mis ojos soplaran el viento sanador
para abrazar tu almohada,
hilandera del sol, pintora muda de viejos anhelos.
Descansa tristeza, descansa esperanza,
si miraras atrás, no serías sal,
mi cala encendida,
espiga orgullosa, verías el día.
Mi mejor vestido,
el que me hiciste mientras el verano rimaba la siesta,
necesita ahora el lino de tus manos,
tu estera de seda, de lana tu abrigo.

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