sábado, 16 de enero de 2016

Escuela Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” - Concurso literario “Contate un Cuento VIII” Mención de Honor de la Categoría A: Juan Bautista Galello alumno 1º año de Colegio Santa Rosa de Lima

EL NIÑO QUE SOÑABA SER DIFERENTE


  Pedro era un niño muy humilde. Era el menor de siete hermanos nacidos en una familia con muy poca educación y ningún interés de progresar. Su padre junto a sus seis hermanos hacían changas cuando se les daba la oportunidad y cuando no, salían a robar para subsistir. Él, con tan solo seis años veía muy mal lo que hacían y más de una vez les cuestionaba por qué no trataban de conseguir un trabajos dignos. Lamentablemente, como respuesta recibía golpes y burlas. Llegó un día en el que no soportó más los malos tratos recibidos y se dirigió a pedir ayuda a una comisaría. Su mamá, en lugar de defenderlo, como tenía mucho  miedo, callaba y no hacía nada para ayudarlo. Cuando fue a la comisaría se encontró con que se negaron a tomarle la denuncia, más tarde entendería por qué, y hasta se reían de él. Pedro lloró en forma desconsolada. No sabía qué hacer. Al llegar a su casa vio que el policía que lo había atendido salía de allí riéndose con su padre y el mundo se le derrumbó; pensó: "ahora me van a castigar", y así fue, su padre lo estaba esperando enojadísimo y una vez más lo golpeó. Ya desilusionado de todo decidió no hablar más y no volver a confiar en nadie. Se volvió un niño callado y muy triste.   
 Un día, jugando en la plaza, conoció a un nene de su edad llamado Simón. Este niño provenía de una familia de clase media, sus papás trabajaban mucho para vivir y estaba creciendo en un ámbito de muchísimo amor y cariño. Por supuesto que Pedro no le contó nada sobre su vida ya que no confiaba en nadie. Solo jugaban, se reían y se divertían juntos. Para él era una hermosa compañía y casi todos los días se encontraban en la plaza del barrio. 
 Una tarde, Pedro se cayó del tobogán y se golpeó fuertemente la espalda. María, la mamá de Simón que estaba en la plaza lo ayudó a levantarse y quiso verle el golpe en la espalda, pero Pedro se negó y salió corriendo para su casa llorando ,no quería que le preguntase por los moretones que tenía. Esta actitud le resultó muy sospechosa a la mamá de Simón, quien se quedó muy preocupada pero no sabía ni dónde vivía Pedro y  por lo tanto no podía ir a hablar con la mamá y averiguar cómo estaba. Durante varias tardes Pedro no fue a la plaza y la mamá de Simón cada día estaba más preocupada y Simón, que extrañaba mucho a su amigo le pedía por favor que averiguara dónde vivía para ir a buscarlo. Esto era imposible ya que Pedro siempre estaba solito y no tenía a quien preguntarle
.Una tarde cálida de primavera, para la alegría de Simón y su mamá, Pedro volvió a la placita. Allí María comenzó a charlar con él y con mucho amor y cariño logró que por fin este confiara en ella. Por primera vez, luego de mucho tiempo, Pedro se animó a contarle su historia. Lloraron juntos, también Simón se entristeció mucho y prometieron ayudarlo. No fue fácil probar en la justicia que la familia de Pedro no era la indicada para educar a un niño, fueron necesarios muchos trámites y pruebas de los golpes que había recibido el niño y de la mala vida que llevaban, hasta que lograron que un Juez ordenara que Pedro fuera a un instituto de menores para proteger su buena salud física y mental. Igualmente Pedro seguía triste, él quería una familia de verdad que le diera cariño, amor y lo ayudara a ser una persona de bien. .María y  Simón lo visitaban siempre y notaron que Pedro aún tenía la tristeza marcada a fuego en su rostro. Decidieron hablar con Matías, el papá de Simón, para poder adoptar al niño y llevarlo a vivir con ellos. Matías, que tenía un gran corazón, estuvo de acuerdo y comenzaron los trámites de adopción. Todo salió bien y Pedro comenzó a formar parte de esa hermosa familia. Ahora sí era un niño feliz y sonreía todo el día. Empezó el colegio, era muy estudioso e inteligente. Los años pasaron y Pedro se convirtió en un hombre, terminó sus estudios universitarios  logrando el título de "Médico". 
El sueño de tener una verdadera familia y convertirse en un hombre de bien se hizo realidad. El siempre lo deseó de corazón y si bien en un momento de su vida había estado a punto de bajar los brazos, gracias a esta hermosa familia volvió a confiar y logró sus objetivos. Ya siendo médico salvó la vida de varios niños que iban a su consulta y él descubría que estaban recibiendo malos tratos de parte de sus propias familias. Ese fue el objetivo primordial que tuvo cuando eligió la carrera de medicina: "salvar niños de los malos tratos de su propia familia". Quién mejor que él para lograr que los niños hablaran  y contaran sus verdaderas historias. Él lo había vivido en carne propia y se daba cuenta rápidamente cuando estaba ante un niño golpeado. 

Un día, cuando estaba de guardia, llegó al hospital uno de sus hermanos de sangre, mal herido por una bala en una pierna. Ni bien lo vio le pasó por su mente esa parte triste y dolorosa de su infancia y le dijo: “Por qué en lugar de pegarme cuando les dije que trabajaran no me escucharon. Vos elegiste este destino tan miserable, gracias a Dios yo elegí otra vida y mirá qué diferencia que hay entre vos y yo”. Su hermano lloró, le pidió perdón y le rogó que lo curara.  “Por supuesto que te voy a curar, para eso estudié, lo único que te pido es que cambies tu vida antes de llegar con una bala en el corazón, porque ahí sí que no voy a poder hacer nada por vos”, le respondió y luego de esto decidió perdonar a su familia de sangre y se dirigió a su casa de la niñez a verlos y decirles que cuenten con él si lo necesitan, pero siempre y cuando decidan tener esa vida digna que él les pedía cuando era un niño .Si lo hubieran escuchado a tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario