Sentado en el banco de una plaza
espero que vuelvas.
Mientras que a lo lejos, el sol bendice
los últimos rincones de la tierra
y las hojas de los árboles se juntan
para hablar con las estrellas.
Los harapos del viento se esconden
en los nidos vacíos y sólo queda
un caos de luz que a lo lejos
en las últimas nubes se refleja.
Pero yo, sentado en este banco
espero simplemente que tú vuelvas:
que el crepúsculo, que ahora es un gigante,
traiga en sus manos tu presencia
y que la noche no lleve de antemano
la razón de aquel que tanto espera.
¡Qué feliz será cuando tú vuelvas
y tomados de la mano como niños
caminemos como siempre, enamorados,
bajo la luna nueva!
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