Cierta vez dije
"te amo" y tu boca
se abrió a la vida
con el estruendo
de un campanario.
Sentí una balsa en tus manos
moviéndome en remolinos,
fundiendo el acero triste
contra dos brazos
relampagueantes.
Un pálpito sube y vuela
hacia la risa de lo más alto.
Llevabas el pelo encendido.
En tus cabellos las chispas
de un fuego despavorido,
la estrella que resplandece
sobre los techos y los navíos.
Es la hora donde todo
se encamina hacia la noche.
Donde las palabras dichas
encallan contra el silencio.
Cierta vez dije
"te amo",
y el poema
sucedió.
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