Son tus ojos, no lo dudes,
que titilan y esperan un signo de embeleso.
Es tu mirada que busca, entre espacios y letras,
encender desde un tablado el rechinar de la vida
-testigo el fuego de tu estirpe-.
—¿Por qué la indiferencia? —preguntaste.
Y sin aguardar respuesta evadiste una impostura tras otra
con la claridad de una memoria
que vuelve desde las cenizas
para negar el confín que nos rodea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario