sábado, 19 de octubre de 2019

MAULA - Por Javier de Viana (En “La Biblia gaucha”, 1925.)

1.  Contaba ño Luz:
Una güelta, la perrada estaba banquetiando con las achuras del novillo recién carniao, cuando se presentó un perro blanco, lanudo, feo, con las patas llenas de cascarrias de barro que sonaban al andar como los cascabeles de la víbora de ese nombre.

2.  Los perros  suspendieron la merienda y se abalanzaron sobre el intruso,  revoleándolo y mordiéndolo,  hasta que Calfucurá, jefe de aquella tribu perruna, se interpuso, imponiendo respeto:

- ¿Qué andas haciendo?  interrogó airadamente Calfucurá.
- Tengo  hambre-respondió con  humildad  el  forastero.
- ¿Y no tenes amos?
- Tuve; pero me echaron porque una noche dentraron ladrones en casa y se alzaron con varias cosas.
- ¿Y no ladrastes?
- No.
- ¿Por qué?
- Tuve miedo; soy maula.
- ¿Sos joven?
- Sí.
- ¿Tenes buenos dientes?
- Sí... ¡ Hace cinco días que ando cruzando campos sin comer!. . . De tuitos lados m'espantan y tuitos los perros me corren. . .

3- ¡ Hacen bien!  sentenció Calfucurá . El trabajo del perro, como el del polecía, es de ser guapo; siendo flojo, no vale la carne que come, porque sin trabajar naides tiene derecho a comer. . . Ahí tenes esas tripas amargas: enllená las tuyas y seguí viaje. . .

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