ni para mercar salitre
a través de las montañas
desde mis llanuras vine.
Vine desde mis llanuras
a rodar tierras de Chile,
y me he quedado en Santiago,
mirando tus ojos tristes.
Ay, la niña de Santiago,
la de Santiago de Chile,
que se va a pie al San Cristóbal
para rezarle a la virgen...
Altiva, pero con gracia,
dulce, pero sin melindre;
te enseña el cielo a ser clara,
tus montañas a ser firme.
Hablando en diminutivos
todo a tu encanto se rinde,
y el caudal de tu ternura
el corazón no resiste.
Ay, la niña de Santiago,
la de Santiago de Chile,
desde el Cerro San Cristóbal
te guarde siempre la Virgen:
transparente como el cielo
como tus montañas firme.
He mandado dos comentarios anteriores y no salen publicados.
ResponderEliminarPor favor, vuélvalos a enviar y, si son pertinentes, los publicaremos. Gracias
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