Sonó la campana indicando el comienzo del receso, todos los
niños salieron disparados al patio de cuatro paredes de cemento, el calor era
demasiado así que una joven decidió quedarse en su salón.
La niña sacó una hoja rojo carmesí y un lápiz decorado por
un ponpon en la punta, esperó observando por la ventana, buscaba por algo que
la cautivara, segundos después lo encontró y sin pensarlo dos veces comenzó a
escribir sin problema alguno, era tan natural como el sol brillando, escupía y
plasmaba palabras sobre el fino papel que se posaba sobre la blanquecina mesa
que estaba rayada por lapiceras. Sus manos se deslizaban de un lado a otro como
si de una bailarina se tratase. Al terminar dobló la hoja y la guardó en un
sobre decorado con stikers, la joven suspiró agotada.
El resto del receso se quedó observando por la ventana,
todos los días era lo mismo pero, exactamente ese día fue diferente al resto,
faltaban unos minutos para que el ultimo receso acabara y todos los chicos
volvieran a sus respectivos salones aunque, en eso aparece una maestra –Ay!
Dios mío!- exclamo señorita de dorado y
rizado cabello –Querida, ¿Pero qué haces aquí tan solita? Anda, ve a jugar con
los demás chicos- la joven alumna no puso oposición alguna y se fue sin decir
nada más.
El receso fue entretenido aunque la mayor parte del tiempo
se quedaba viendo “algo”.
Se escuchó de nuevo el timbre, los niños corrían hacia sus
salones, emocionados al esperar la salida, al volver la carta no estaba, no le
prestó importancia y simplemente siguió con su día naturalmente.
A la mañana siguiente se encontró con otra carta en su
banco, a simple vista aparecía una
dedicatoria, el sobre era de un color rosa pastel, lo abrió y la leyó, en ella
se hallaba un pequeño y resumido poema sobre las flores y a su lado una nota que
decía “Que lindo escrito hiciste, ¿Para quién era?” la chica sonrió y en el
receso dejó otra carta, cuando volvió efectivamente; no estaba, en su carta
había escrito:
“No tiene destinatario, lo hice por hacer al igual que mis
mil y un escritos y poemas, si gustas puedo hacerte algunos para que tengas,
siempre los hago y los guardo para mí, además me gustaría hacer algunos y
compartirlos, así podría escuchar más opiniones”
Volvió a irse y seguir con el resto de las 24 hs en calma y
sin nada interesante.
Al día siguiente volvió a encontrar una carta diferente,
estuvieron así unos días, siempre era un sobre y una carta diferentes, se
conocían poco a poco, cada vez que la joven hallaba una carta más, se alegraba,
hasta que un día los sobres eran solo papel blanco, a la chica se le hizo raro
pero, no tomó importancia hasta que en una de las cartas decía “No me vuelvas a
escribir nunca más” la chica quedó
devastada aunque no puso oposición.
Tal y como el chico había pedido dejo de escribirle pero,
algo le pesaba en su mente; ¿Qué pasó? ¿Escribí algo malo?, esas preguntas y
otras eran frecuentes en la niña de ojos rojos, cada día que se levantaba para
ir a su salón recordaba la forma de escribir de aquel extraño, las letras y el
aroma a jazmín que traían estas, sus días se volvieron aburridos y repetitivos
de nuevo, su rutina diaria regresó pero, ahora más triste que antes al saber
que no encontraría una carta en su escritorio.
Pasaron 2 o 3 semanas de lo ocurrido llegó una noticia de un
chico de intercambio, a la chica no le importó concretamente e ignoró todo,
cuando llegó el día en el que el chico ingresara la pequeña niña de pelo rubio
pudo destacar algo, en el momento que escribió su nombre en el pizarrón se dio
cuenta que era la misma letra con la que se escribían las cartas que ella
recibía, suspiró algo cansada y pensó (Será mera coincidencia, no creo que sea
el) y volvió a su mundo, y pasaron las clases, a la hora de la salida se dio
cuenta que el mismo chico nuevo iba por el mismo camino que ella, no parecía
gustarle la idea y solo cambio de ruta para no tener que encontrárselo, lo
empezó a tratar de forma despectiva ignorando el hecho de que el pudiera
sentirse mal, pasó una, dos, tres hasta cinco semanas en las que la chica de
nariz pequeña siguió tratando a aquel niño de la misma forma, hasta que un día
volvió a encontrar una carta en su escritorio que decía “Perdón por no
escribirnos más pero, era por unos problemas con otros compañeros, bueno, era
eso, no molestaré más” la chica solo aboyó la carta y la tiró al cesto de
basura, estaba frustrada y feliz a la vez, aunque haya destruido la carta
realmente estaba encantada de recibir otra de nuevo pero, no volvió a
escribirle.
Días después llegó temprano al salón y vio al nuevo dejando
algo en su escritorio, efectivamente, era una carta, la chica cayó en que él
era el que estuvo escribiendo las cartas, ella se avergonzó de todo lo que le
había hecho desde que llego y tomó la carta que hizo la primera vez, la misma
con la que se había topado el chico he hizo un avioncito de papel, en media
clase se lo lanzó sin que la profesora
se diera cuenta, el niño de estatura baja pensó que era otra burla de parte de
sus compañeros pero, reconoció el color rojizo del papel y la abrió de forma
tímida, se puso a leerla “tan elegante, tan misterioso, como si de hojas se
trataran. De aquí a allá donde el viento te lleve, que no importe nada, que no
sea lo mismo, que vuelvas al mismo lugar del que partiste para poder partir de
nuevo. Tan encantador, tan frío y calculador, que no importa la distancia aun
te puedo ver con una sonrisa y decir que eres el mejor” el joven sonrió y se
volteó a ver pero, no se dio cuenta de quien la había enviado, a los minutos
otro avioncito le llegó este decía; ”Ven a verme en el receso, estaré frente a
las puertas del patio, espero que entiendas algunas cosas…” el chico se quedó
esperando al recreo algo ansioso para saber con quién se estuvo escribiendo las
cartas.
El timbre del receso sonó y la chica se fue donde había
quedado con el mismo niño con el que escribía cartas, de pronto otro avioncito
se le acerco, lo abrió “Te encontré :)”
alzo la mirada y allí se encontraba, el chico de pelo marrón, la joven
se acercó algo apenada, se quedaron hablando todo el receso, la chica se
disculpó y le explico que el primer escrito lo hizo para un avioncito de papel
que vio dar vueltas por el patio, el chico le contó que como lo trataba le
hacía sentir mal, que era desagradable el hecho de ir a clases y que una chica
le este “molestando”, fue divertido por unos momentos hasta que sonó el timbre
indicando el final del primer receso.
Se hicieron amigos y luego de un par de meses de momentos
inolvidables la chica le dejó una carta
que decía “Hace tiempo quiero que sepas algo pero, nunca encuentro el
momento para decírtelo así que hoy te dejo esto para que sepas que estoy
enamorada de ti” más abajo se leía:
De:Mary
Para:Nathan
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