viernes, 6 de diciembre de 2019

Concurso Literario “Llegó la hora de escribir un cuento” VI Mención de honor: CARTA EN AVIONCITO Por Ámbar Ollero

Sonó la campana indicando el comienzo del receso, todos los niños salieron disparados al patio de cuatro paredes de cemento, el calor era demasiado así que una joven decidió quedarse en su salón.
La niña sacó una hoja rojo carmesí y un lápiz decorado por un ponpon en la punta, esperó observando por la ventana, buscaba por algo que la cautivara, segundos después lo encontró y sin pensarlo dos veces comenzó a escribir sin problema alguno, era tan natural como el sol brillando, escupía y plasmaba palabras sobre el fino papel que se posaba sobre la blanquecina mesa que estaba rayada por lapiceras. Sus manos se deslizaban de un lado a otro como si de una bailarina se tratase. Al terminar dobló la hoja y la guardó en un sobre decorado con stikers, la joven suspiró agotada.
El resto del receso se quedó observando por la ventana, todos los días era lo mismo pero, exactamente ese día fue diferente al resto, faltaban unos minutos para que el ultimo receso acabara y todos los chicos volvieran a sus respectivos salones aunque, en eso aparece una maestra –Ay! Dios mío!- exclamo  señorita de dorado y rizado cabello –Querida, ¿Pero qué haces aquí tan solita? Anda, ve a jugar con los demás chicos- la joven alumna no puso oposición alguna y se fue sin decir nada más.
El receso fue entretenido aunque la mayor parte del tiempo se quedaba viendo “algo”.
Se escuchó de nuevo el timbre, los niños corrían hacia sus salones, emocionados al esperar la salida, al volver la carta no estaba, no le prestó importancia y simplemente siguió con su día naturalmente.
A la mañana siguiente se encontró con otra carta en su banco, a simple vista aparecía  una dedicatoria, el sobre era de un color rosa pastel, lo abrió y la leyó, en ella se hallaba un pequeño y resumido poema sobre las flores y a su lado una nota que decía “Que lindo escrito hiciste, ¿Para quién era?” la chica sonrió y en el receso dejó otra carta, cuando volvió efectivamente; no estaba, en su carta había escrito:
“No tiene destinatario, lo hice por hacer al igual que mis mil y un escritos y poemas, si gustas puedo hacerte algunos para que tengas, siempre los hago y los guardo para mí, además me gustaría hacer algunos y compartirlos, así podría escuchar más opiniones”
Volvió a irse y seguir con el resto de las 24 hs en calma y sin nada interesante.
Al día siguiente volvió a encontrar una carta diferente, estuvieron así unos días, siempre era un sobre y una carta diferentes, se conocían poco a poco, cada vez que la joven hallaba una carta más, se alegraba, hasta que un día los sobres eran solo papel blanco, a la chica se le hizo raro pero, no tomó importancia hasta que en una de las cartas decía “No me vuelvas a escribir nunca más”  la chica quedó devastada aunque no puso oposición.
Tal y como el chico había pedido dejo de escribirle pero, algo le pesaba en su mente; ¿Qué pasó? ¿Escribí algo malo?, esas preguntas y otras eran frecuentes en la niña de ojos rojos, cada día que se levantaba para ir a su salón recordaba la forma de escribir de aquel extraño, las letras y el aroma a jazmín que traían estas, sus días se volvieron aburridos y repetitivos de nuevo, su rutina diaria regresó pero, ahora más triste que antes al saber que no encontraría una carta en su escritorio.
Pasaron 2 o 3 semanas de lo ocurrido llegó una noticia de un chico de intercambio, a la chica no le importó concretamente e ignoró todo, cuando llegó el día en el que el chico ingresara la pequeña niña de pelo rubio pudo destacar algo, en el momento que escribió su nombre en el pizarrón se dio cuenta que era la misma letra con la que se escribían las cartas que ella recibía, suspiró algo cansada y pensó (Será mera coincidencia, no creo que sea el) y volvió a su mundo, y pasaron las clases, a la hora de la salida se dio cuenta que el mismo chico nuevo iba por el mismo camino que ella, no parecía gustarle la idea y solo cambio de ruta para no tener que encontrárselo, lo empezó a tratar de forma despectiva ignorando el hecho de que el pudiera sentirse mal, pasó una, dos, tres hasta cinco semanas en las que la chica de nariz pequeña siguió tratando a aquel niño de la misma forma, hasta que un día volvió a encontrar una carta en su escritorio que decía “Perdón por no escribirnos más pero, era por unos problemas con otros compañeros, bueno, era eso, no molestaré más” la chica solo aboyó la carta y la tiró al cesto de basura, estaba frustrada y feliz a la vez, aunque haya destruido la carta realmente estaba encantada de recibir otra de nuevo pero, no volvió a escribirle.
Días después llegó temprano al salón y vio al nuevo dejando algo en su escritorio, efectivamente, era una carta, la chica cayó en que él era el que estuvo escribiendo las cartas, ella se avergonzó de todo lo que le había hecho desde que llego y tomó la carta que hizo la primera vez, la misma con la que se había topado el chico he hizo un avioncito de papel, en media clase se lo lanzó  sin que la profesora se diera cuenta, el niño de estatura baja pensó que era otra burla de parte de sus compañeros pero, reconoció el color rojizo del papel y la abrió de forma tímida, se puso a leerla “tan elegante, tan misterioso, como si de hojas se trataran. De aquí a allá donde el viento te lleve, que no importe nada, que no sea lo mismo, que vuelvas al mismo lugar del que partiste para poder partir de nuevo. Tan encantador, tan frío y calculador, que no importa la distancia aun te puedo ver con una sonrisa y decir que eres el mejor” el joven sonrió y se volteó a ver pero, no se dio cuenta de quien la había enviado, a los minutos otro avioncito le llegó este decía; ”Ven a verme en el receso, estaré frente a las puertas del patio, espero que entiendas algunas cosas…” el chico se quedó esperando al recreo algo ansioso para saber con quién se estuvo escribiendo las cartas.
El timbre del receso sonó y la chica se fue donde había quedado con el mismo niño con el que escribía cartas, de pronto otro avioncito se le acerco, lo abrió “Te encontré :)”  alzo la mirada y allí se encontraba, el chico de pelo marrón, la joven se acercó algo apenada, se quedaron hablando todo el receso, la chica se disculpó y le explico que el primer escrito lo hizo para un avioncito de papel que vio dar vueltas por el patio, el chico le contó que como lo trataba le hacía sentir mal, que era desagradable el hecho de ir a clases y que una chica le este “molestando”, fue divertido por unos momentos hasta que sonó el timbre indicando el final del primer receso.
Se hicieron amigos y luego de un par de meses de momentos inolvidables la chica le dejó una carta  que decía “Hace tiempo quiero que sepas algo pero, nunca encuentro el momento para decírtelo así que hoy te dejo esto para que sepas que estoy enamorada de ti”  más abajo se leía:
De:Mary
Para:Nathan

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