de yeso y de madera;
aquella que ni el sol puede
besar siquiera.
Aquella que los hierros y el cristal encierran,
que no ríe ni llora
por la miseria,
que no da la salud ni salva
de la guerra.
Estoy mirando sólo un reseco pedazo de materia.
una lujosa vanidad de fe vacía
que vive en su podredumbre, muerta.
Tumba que es una tumba.
Piedra que es una piedra.
Mientras allá lejos, sin cesar corre
un manantial de agua fresca.
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