La fuente canta. El armonioso llanto
estremece la noche silenciosa.
Duerme el jardín en paz bajo el encanto
de la voz musical y quejumbrosa.
Sobre la taza el surtidor deshila
su encaje alado, y quiebra la tersura
especular, acuática pupila
donde se reproduce la figura.
Pero cuando enmudece el cristalino
trémolo, se rehace, cristalina,
la honda serenidad del recipiente,
y se copian entonces el divino
medallón de la luna y la divina
estrella en el espejo de la fuente.
Gracias por compartirlo
ResponderEliminar