sábado, 16 de abril de 2016

ASTUCIA DE UN VIAJERO


Un viajero llegó a una posada en una noche de las más frías de diciembre, y al pasar por la cocina vio que todos los asientos estaban ocupados por la mucha gente que había alrededor del fuego, causándole la mayor pena el no poder acercarse a calentar las uñas.
« Mozo », dijo en voz alta al criado; «darás al momento a mi caballo dos docenas de ostras
El mozo obedeció; y todas las personas que estaban en posesión de la lumbre, no pudieron resistir al deseo de ver un animal tan extraordinario: se levantaron y marcharon en tropel a la caballeriza.
Entretanto el viajero tomó el mejor asiento al fuego, y un instante después llegó el mozo a decirle, seguido de los curiosos, que el caballo no quería comer las ostras.
« ¡Cómo! ¿no las quiere? » pregunta muy serio el viajero;« Pues, ponme aquí la mesa, y me las comeré yo a su salud ».

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