Todo lo muda el tiempo, Filis mía;
Todo cede al rigor de sus guadañas:
Ya transforma los valles en montañas,
Ya pone campo donde mar había.
El muda en noche opaca al claro día,
En fábulas pueriles las hazañas,
Alcázares soberbios en cabañas,
Y el juvenil ardor en vejez fría.
Doma el tiempo al caballo desbocado,
Detiene el mar y viento enfurecido,
Postra al león y rinde al bravo toro.
Sola una cosa al tiempo denodado
Ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
Y es el constante amor con que te adoro.
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