Para Héctor Fuentes
Tu estás solo. La madrugada nunca es tuya,
ni tus pies balancean un vacío sin mañana,
ni tus ojos van brotando desde el fuego
de una simple claridad que despierta hacia a la nada.
Tus sombras no son tuyas. Son apenas
el recuerdo de tu infancia
donde unos brazos vigorosos te envolvían como nubes
y el corazón latía con cálidas palabras.
¿Recuerdas? Eran flor de carne tus mejillas
cuando el cielo en tus ojos colocaba
un sencillo asombro, que incipiente
como luz de inteligencia se mostraba.
Tuyas, si, son esas manos que se aferran
al alto panteón donde descansa
tu gloria casi muerta.
Aún la tierra
no ha regado un sólo surco con tus lágrimas.
No es tu corazón quien salta en tu pecho
ni es tu alma la que atrapa
su canción de amor sobre la tierra.
Tu estás solo. Has dejado para nadie
ese instante amable
capaz de redimir toda tu miseria.
en una sola madrugada.
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