Julio era maestro de grado en una escuela primaria,
vivía con su familia en Iruya, un
pueblito muy pintoresco situado en las alturas en la provincia de Salta, posee
árboles añosos y se encuentra rodeado de hermosas montañas.
Por esos días
esperaba impaciente la llegada de su
primera hija “Abril”. Una mañana como todas, preparó su guardapolvo blanco, su maletín de trabajo y se
sorprendió al observar un extraño sobre en la mesa. ¿Quién lo habría traído?
¿Qué dirá? ¿Serán buenas noticias?...
Era un aviso
inesperado, su cara empalideció de golpe, miró a su esposa asombrado y de sus
ojos brotaron ríos de agua salada. Con la voz entrecortada le explicó, que
debía ir a las Islas Malvinas, pero no a pasear, sino, a la guerra. Se produjo
un minuto de silencio, su esposa se puso a llorar, él trató de calmarla, pero
no pudo…
Pasaron dos
semanas y llegó el día, levantó unas
pocas cosas, entre ellas, una manta tejida por su madre. Fue hacia el lugar de partida y emprendió el
viaje.
Todos sus
compañeros estaban tensos y nerviosos, él se encontraba tranquilo porque
presentía el regreso. Subió al avión y con la cabeza baja miró por última vez a
su esposa, con esas miradas que nunca se olvidan.
Después de una
extensa siesta, sintió un escalofrío que poco a poco fue recorriendo su cuerpo, miró alrededor y
observó un paisaje cubierto de nieve
blanca. Ni bien pisó el suelo comenzó a sentir el silencio aterrador de la
guerra, se ocultó detrás de las rocas con mucho cuidado sin que nadie lo
divisara. Al caer la noche lo sorprendió un enemigo tratando de clavarle un
arma blanca por la espalda, pero antes de que esto sucediera Julio luchó y
logró escapar a las trincheras, consiguiendo que este le perdiera el rastro. Pensó en “Abril” y su esposa, se
quedó dormido envuelto con el calor de las manos de su madre guardado en aquel
tejido. Al despertar escuchó “Alto el
fuego”… con una sonrisa de oreja a oreja abrazó a sus pocos compañeros sobrevivientes
y partieron hacia sus hogares.
Historias como
estas parecen comunes, pero no es común el sufrimiento, la espera y el dolor de
los que fueron y de los que esperaron ansiosos cada segundo.
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