martes, 11 de noviembre de 2014

Concurso Literario “Llegó la hora de escribir un cuento” “LA GRAN AVENTURA” - Por Matías Francisco Minelli Rodríguez

             Un día un niño llamado Fafnir, estaba trepado a un árbol muy alto. Había nubes y la presencia de una fuerte tormenta. De pronto el cielo se oscureció más aún, surgió  un viento endemoniado y apareció un tornado que sacó al árbol de raíz. Fatnir salió disparado con él y una rama le golpeó la cabeza dejándolo inconsciente. Más tarde se despertó y estaba abrazado al árbol con algunas heridas importantes. De pronto apareció una figura frente a él. Era como una serpiente gigante con patas de león y cuernos de alce. Esa criatura se le acercó despacio y aunque su aspecto atemorizaba, sus ojos tenían una mirada dulce. Parecía tierno y cariñoso. Cuando estaba a menos de un metro de distancia abrió la boca, sacó la lengua muy larga  y le lamió las heridas más graves. Todas cicatrizaron. El niño extendió el brazo y le acarició la cabeza. Una gran amistada surgió entre ellos.
            Estruendo. Hubo una explosión en el aire que los aturdió, se abrió como un portal en el cielo y acto seguido apareció otra serpiente muy grande con alas de águila. El niño, sin dudar un segundo, le dijo a la criatura que era su amiga, que se escondiera con él en el árbol (ya que temblaba de miedo). Cuando la serpiente los vio, escupió una bocanada de fuego. El niño salió corriendo, pero esa serpiente lo siguió rápidamente. De pronto Fafnir tropezó y en un instante pensó que la serpiente lo mataría, pero la criatura se abalanzó sobre la serpiente, la envolvió con sus patas y las dos se trenzaron en una lucha titánica, sin igual.
            Estampido. Como un rayo. Luego una luz muy blanca y como si nunca nada hubiera  ocurrido, la criatura y la serpiente  se desvanecieron, Fafnir asustado y desconcertado se fue corriendo al pueblo.
            Días después, Fafnir intentó incorporarse de a poco. Le dolía todo el cuerpo y se encontraba en la cama de un hospital. Su brazo derecho estaba enyesado. Su mamá lo abrazó con lágrimas en los ojos. Él intentó contare lo ocurrido.
La tormenta, el tornado, el árbol disparado con él, la criatura de la mirada dulce, la serpiente que quiso matarlo…
            Su madre lo miraba sin detenerlo hasta que dijo:” Es un milagro que no te hayas matado al caerte del árbol Fafnir,  los médicos me daban pocas esperanzas de que despertaras”…
            Fafnir aún  no reaccionaba a la realidad. Fue tan real su aventura…

            Cuando su madre lo abrazó nuevamente, le tomó el rostro entre sus manos y lo miró a los ojos dándole un gran beso y en ese mismo momento Fafnir pareció recordar la mirada dulce de la criatura que lo había salvado. Y entonces la abrazó más fuerte aún.

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