martes, 19 de noviembre de 2013

“CONTATE UN CUENTO VI” - MENCIÓN DE HONOR CATEGORÍA A

La historia de una pareja feliz
Por Valentina Martínez Martorello - Alumna de 1º año de la E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

 
    Era el comienzo del año 1806, en la ciudad de Buenos Aires. Los niños jugaban a la pelota, las damas cocinaban pastelitos, iban a buscar agua al río y pasaban toda la tarde apostando a la payana.
   Joaquín, era un adolescente de la baja sociedad, vivía solo con su madre. El padre había muerto en manos de soldados ingleses. Todo el tiempo, durante esos años, recordaba los bellos momentos en los que el padre lo cargaba sobre los hombros y reía sin parar. La mamá trabajaba vendiendo pasteles, pero los reales obtenidos no conseguían pagar las cuentas pendientes.
   Un día, caminando por el pueblo, alcanzó a observar dos soldados convocando a más voluntarios para combatir contra los ingleses. Sin pensarlo, Joaquín fue corriendo con ellos a anotarse, honrando el honor de su padre.
  Como realizaba muy bien el entrenamiento, el jefe, que era un hombre de honor, lo invitó a su casa a tomar el té. Él tenía una hija llamada Anna, era muy hermosa. De piel blanca como la nieve, los ojos como bolitas de vidrio y manos como la porcelana más delicada. Al instante, el joven se enamoró de la jovencita. Sentía que era la única que podía acelerar su corazón con un simple: “hola”.La muchacha también se enamoró de Joaquín y cada paso que daba hacia él, sentía que el corazón le explotaba. Pero el amor era imposible. Debía seguir con los planes de la familia. No podía dejar entrar en su vida a un simple joven que apenas podía pagar un pan;- decía su madre.
   Un día, Joaquín intentó mandarle flores a la jovencita, pero al llegar a la puerta el padre prevenido tomó un palo y lo persiguió por todo el jardín, repitiéndole varias veces que se ocupara de matar ingleses y no de conquistar a su hija.
    Los meses pasaron y cada día que estaban separados, mucho más se amaban. Ambos, decidieron encontrarse a escondidas, hasta que en la tercera salida el joven besó a Anna, dejándola sin aire. Ya no podían seguir encontrándose porque el día del combate se acercaba y Joaquín necesitaba concentrarse.
   Al día siguiente, era una mañana gris y fría. Los niños no se animaban a salir de las casas, los adultos cerraban puertas y ventanas, sabían que algo malo estaba por llegar.
   Esa mañana, el joven recluta tuvo un mal presentimiento. El silencio de las calles lo aturdía mientras caminaba a paso ligero. Se dio vuelta hacia atrás un segundo, y terribles cañonazos empezaron a caer del cielo. Ingleses con armas de alta calidad, soldados muertos por todos lados.
   Joaquín fue sorprendido por un enemigo desde atrás, tirándolo al piso y apuñalándolo con un pedazo de vidrio. El dolor era muy intenso. Lo llevaron a donde atendían a los heridos, intentaron lograr que la lesión dejara de sangrar.
   Anna, enterada de la noticia corrió escabulléndose hacia el lugar donde se encontraba, se arrodilló en el piso, tomó su mano y le dijo que él era el hombre más fuerte y luchador que había conocido. Que no la dejara sola, porque ella lo necesitaba  Escuchando las dulces palabras de Anna, Joaquín se levantó,  la abrazó y tomó confianza para salir a defender a su país.
   Una semana después, los jóvenes estaban a salvo y enamorados, pero no contaron nada sobre su relación.
   El padre de la señorita estaba seguro que ambos ocultaban algo, entonces decidió seguirlos. Ellos se dirigieron a una plaza y se escondieron detrás de un viejo ombú. Cuando el hombre, vio que se iban a dar un beso agarró un cuchillo, dispuesto a matar a Joaquín, pero Anna, empujó a su padre, obligando a Joaquín a correr. El jefe no tuvo más remedio que encerrar a la hija en el cuarto, sin salir ni para ir a comer a la mesa. El enamorado la espiaba desde la ventana, no quería que el padre se enterara y tomara medidas peores.
   Los días pasaban y Joaquín tomó la decisión de enfrentarlo. Tocó la puerta y le expresó al progenitor que tenía algo para decirle. Se sentaron y el sargento con mal carácter le pidió que le contara. Joaquín, muy seguro de sí, le explicó que amaba a Anna tal como era y si se necesitaba tener mucho dinero para poder estar con ella, trabajaría en cinco lugares diferentes, tan sólo para verla a la mañana despertar y sonreír. El jefe se levantó y le pidió que lo acompañara. La condujo hacia unas escaleras estrechas. El joven estaba asustado, abrió la puerta y allí se encontraba la dama, tan hermosa como siempre. Los enamorados muy felices, se abrazaron y corrieron a darle las gracias.
    Se dice que desde entonces, nunca más, nada ni nadie, intentó  impedir su amor.


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