Siempre te acompañaré
Agustina Leguizamón - Alumna de 1º
año de la E.S. N º 3
“Carmelo Sánchez”
Olivia vivía con su familia pero su familia la ignoraba, no les
importaba lo que Oliv decía. Su hermana siempre estaba escuchando música, nada
ni nadie podía separarla de su equipito. Su madre, como todas madres, hacía la
comida, limpiaba, lavaba y cuidaba que todo estuviera en orden y la pobre no
tenía tiempo para nada más. Su abuelo y su padre ¿Qué podrían estar haciendo?
Nada más ni nada menos que escuchando fútbol
o hablando de ello, y si llegabas a interrumpir te decían: “¿No tienes
otra cosa qué hacer?, Estamos escuchando…Goooooooool.” Su abuela siempre
concentradísima en las dos agujas de tejer, y aunque todos le decían que pare
que ya tenían muchos, muchísimos abrigos,
ella siempre decía: “hay que abrigarse más”.
Cerca de su casa vivía Octavio con su padre. Su familia era española
pero habían ido a México en busca de
trabajo, su padre trabajaba en un bar y allí fue donde Octavio conoció a Oliv.
Todas las mañanas ella pasaba por ese bar camino a la plaza principal, cuando
estaba triste o enojada porque su
familia no la escuchaba agarraba su antigua cámara de fotos, recuerdo de su
tatarabuela y sacaba fotos a todo aquello que le llamara la atención. Pero un
día tanto fue su distracción que chocó
con un joven militar llamado Octavio, esto lo supo por el nombre grabado en su
uniforme. Desde el momento en que se
vieron supieron que sus vidas estaban destinadas a estar juntas y deseaban lo
mismo “formar una familia”.
Hacia ya dos años que estaban juntos. una mañana Olivia recibió una
llamada de su novio y le dijo que la iba
a ir a buscar a la casa, con un solo propósito elegir qué casa se iban a
comprar con los ahorros que venía juntando hacía años, al fin había conseguido
el dinero suficiente para adquirirla. Olivia se había quedado sin palabras se
largó a llorar de la emoción, estaba muy contenta ya que su sueño se estaba
cumpliendo. Iba a formar la familia que ella deseaba. Se preparó lo mas rápido que pudo y agarró la
poca plata que tenía por si a su novio
le hacía falta un poco más de dinero. No tuvo tiempo para hacer otra
cosa porque en un abrir y cerrar de ojos
Octavio estaba tocando su puerta.
Ese día vieron varias casas en venta, pero no fueron a todas porque
había una en especial que parecía mágica, era una de las primeras, era hermosa
y esa fue la que compraron.
Octavio y Olivia vivieron muy
felices en su casa, pero el 18 de julio de 1.995 una mala noticia los despertó,
todos los jóvenes españoles debían presentarse en las filas de combate del
ejército español a luchar por su patria.
La guerra se había desatado entre España y Estados Unidos, se disputaban el
territorio de la isla “Belmonte del Ruy”. Olivia se quedó en su casa. Estaba
muy preocupada por la vida de su esposo pero intentaba tener esperanzas. Todo
había salido como lo había soñado y ahora esperaba que todo saliera bien.
Dos meses después México se unió a Estados Unidos en la guerra contra España.
Olivia se afligió mucho más al enterarse de esto. Pasaban las horas, los días,
los meses. En la radio, el diario y en
la televisión los titular sólo decían
“La guerra continúa “, “Hay cientos de
muertos” “Nos enfrentamos por fin a
España”
Y ella se decía una y otra vez con lágrimas en sus ojos y un profundo
dolor en su corazón “¡Oh, no, Octavio está en la guerra! ¡no, no, no! Si algo
le llega pasar a Octavio… ¿Qué será de mi vida, qué haré?”
Una mañana antes de que escuchara alguna noticia sintió que le tocaban la puerta, pero no estaba segura porque había muchos
ruidos de bombardeo, fue y preguntó
quién era.
_ “Soy policía, déjeme pasar”.- Olivia le abrió la puerta
_ “¿Qué quiere?” – preguntó
asustada
_ “¡Señora comenzaron los bombardeos
todos deben abandonar sus hogares! ¡Salga de aquí de inmediato porque ya mucha
gente murió, entre ellos su marido español que luchó contra nosotros! ¡Hágame
caso de inmediato, es una orden, vamos!”
El policía intentó en vano convencerla y se marchó furioso después de
recibir un llamado telefónico que le hizo olvidar el motivo por el cual se
había acercado hasta allí
Olivia se quedó sin palabras, por un momento, luego se puso a llorar
desconsoladamente. De ahí no se iba a mover porque la casa era lo único que
tenía, a su esposo ya lo había
perdido. Cerró la puerta con fuerza
y subió la escalera que llevaba a su habitación. Buscó el vestido que había
usado el día de su casamiento. Era un lindo vestido blanco, como los de
princesas y hadas. Inmediatamente se lo puso y se acercó al espejo para
mirarse. De pronto se escuchó una música hermosa que sólo ella podía sentir y
empezó a danzar. Sus pies se movían sin que fuera consciente de ello. No podía
dejar de llorar, era tanta su tristeza que las lágrimas caían como en una
catarata. Ya no le quedaba nada solo su hogar.
Finalmente estalló una bomba en su casa y
ella cayó al piso sin vida. Flores blancas giraban sobre su cuerpo. Un velo
también blanco la cubrió y volando rodó
el collar que tenía en su cuello y
que llevaba escrito: “Octavio y Olivia”.
Pudo distinguirse que desde el espejo salía la silueta de un hombre que
la tomó entre sus brazos y se la llevó con él. De pronto algo mágico sucedió,
donde antes se hallaba Olivia mariposas de todos colores ocuparon su lugar. En su collar ya no
se leían sus nombres sino otra leyenda que decía:
“Siempre te acompañaré”.
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