martes, 19 de noviembre de 2013

“CONTATE UN CUENTO VI” - MENCIÓN DE HONOR CATEGORÍA A

Siempre te acompañaré
Agustina Leguizamón - Alumna de 1º año de la E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

   Olivia vivía con su familia pero su familia la ignoraba, no les importaba lo que Oliv decía. Su hermana siempre estaba escuchando música, nada ni nadie podía separarla de su equipito. Su madre, como todas madres, hacía la comida, limpiaba, lavaba y cuidaba que todo estuviera en orden y la pobre no tenía tiempo para nada más. Su abuelo y su padre ¿Qué podrían estar haciendo? Nada más ni nada menos que escuchando fútbol  o hablando de ello, y si llegabas a interrumpir te decían: “¿No tienes otra cosa qué hacer?, Estamos escuchando…Goooooooool.” Su abuela siempre concentradísima en las dos agujas de tejer, y aunque todos le decían que pare que ya tenían muchos, muchísimos abrigos,  ella siempre decía: “hay que abrigarse más”.
   Cerca de su casa vivía Octavio con su padre. Su familia era española pero habían ido a México en busca  de trabajo, su padre trabajaba en un bar y allí fue donde Octavio conoció a Oliv. Todas las mañanas ella pasaba por ese bar camino a la plaza principal, cuando estaba triste o enojada  porque su familia no la escuchaba agarraba su antigua cámara de fotos, recuerdo de su tatarabuela y sacaba fotos a todo aquello que le llamara la atención. Pero un día tanto fue su distracción que  chocó con un joven militar llamado Octavio, esto lo supo por el nombre grabado en su uniforme. Desde el momento en  que se vieron supieron que sus vidas estaban destinadas a estar juntas y deseaban lo mismo “formar una familia”.
   Hacia ya dos años que estaban juntos. una mañana Olivia recibió una llamada de su novio  y le dijo que la iba a ir a buscar a la casa, con un solo propósito elegir qué casa se iban a comprar con los ahorros que venía juntando hacía años, al fin había conseguido el dinero suficiente para adquirirla. Olivia se había quedado sin palabras se largó a llorar de la emoción, estaba muy contenta ya que su sueño se estaba cumpliendo. Iba a formar la familia que ella deseaba.  Se preparó lo mas rápido que pudo y agarró la poca plata que tenía por si a su novio  le hacía falta un poco más de dinero. No tuvo tiempo para hacer otra cosa porque en un  abrir y cerrar de ojos Octavio estaba tocando su puerta.
  Ese día vieron varias casas en venta, pero no fueron a todas porque había una en especial que parecía mágica, era una de las primeras, era hermosa y esa fue la que compraron.
   Octavio y Olivia  vivieron muy felices en su casa, pero el 18 de julio de 1.995 una mala noticia los despertó, todos los jóvenes españoles debían presentarse en las filas de combate del ejército español a  luchar por su patria. La guerra se había desatado entre España y Estados Unidos, se disputaban el territorio de la isla “Belmonte del Ruy”. Olivia se quedó en su casa. Estaba muy preocupada por la vida de su esposo pero intentaba tener esperanzas. Todo había salido como lo había soñado y ahora esperaba  que todo saliera bien.
   Dos meses después México se unió a Estados Unidos en la guerra contra España. Olivia se afligió mucho más al enterarse de esto. Pasaban las horas, los días, los meses. En la radio, el diario y  en la televisión los titular sólo  decían “La guerra continúa “,  “Hay cientos de muertos”  “Nos enfrentamos por fin a España”
   Y ella se decía una y otra vez con lágrimas en sus ojos y un profundo dolor en su corazón “¡Oh, no, Octavio está en la guerra! ¡no, no, no! Si algo le llega pasar a Octavio… ¿Qué será de mi vida, qué haré?”
   Una mañana antes de que escuchara alguna noticia  sintió que le tocaban la puerta,  pero no estaba segura porque había muchos ruidos de bombardeo,  fue y preguntó quién era.
_ “Soy  policía, déjeme pasar”.-  Olivia le abrió la puerta
_ “¿Qué quiere?” – preguntó asustada
_ “¡Señora comenzaron los bombardeos todos deben abandonar sus hogares! ¡Salga de aquí de inmediato porque ya mucha gente murió, entre ellos su marido español que luchó contra nosotros! ¡Hágame caso de inmediato, es una orden, vamos!”
   El policía intentó en vano convencerla y se marchó furioso después de recibir un llamado telefónico que le hizo olvidar el motivo por el cual se había acercado hasta allí
   Olivia se quedó sin palabras, por un momento, luego se puso a llorar desconsoladamente. De ahí no se iba a mover porque la casa era lo único que tenía, a su  esposo ya lo había perdido.  Cerró la puerta con fuerza y  subió la escalera que llevaba a  su habitación. Buscó el vestido que había usado el día de su casamiento. Era un lindo vestido blanco, como los de princesas y hadas. Inmediatamente se lo puso y se acercó al espejo para mirarse. De pronto se escuchó una música hermosa que sólo ella podía sentir y empezó a danzar. Sus pies se movían sin que fuera consciente de ello. No podía dejar de llorar, era tanta su tristeza que las lágrimas caían como en una catarata. Ya no le quedaba nada solo su hogar.
     Finalmente estalló una bomba en su casa y ella cayó al piso sin vida. Flores blancas giraban sobre su cuerpo. Un velo también blanco la cubrió y  volando rodó el collar que tenía en su cuello y  que  llevaba escrito: “Octavio y Olivia”.
   Pudo distinguirse que desde el espejo salía la silueta de un hombre que la tomó entre sus brazos y se la llevó con él. De pronto algo mágico sucedió, donde antes se hallaba Olivia mariposas de todos  colores ocuparon su lugar. En su collar ya no se leían sus nombres sino otra leyenda que decía:

                                                                                     “Siempre te acompañaré”.


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