Al mal tiempo buena cara
Mi nombre
es Abigail, soy argentina y vivo en un
pueblito aislado, tan tranquilo que se torna
aburrido, sinceramente adoro las aventuras: los libros de aventuras, las
películas de aventuras y sobre todo las historias de aventuras narradas por mi
abuela, pero hoy les voy a contar mi propia aventura …
Todo comenzó el día 13 de febrero, un martes y como dice mi abuela no te
cases ni te embarques, pero mis padres y yo teníamos planeadas unas hermosas
vacaciones en las Cataratas del Iguazú, había que conocer una de las siete
maravillas del mundo y hacia allí fuimos. En realidad mi mamá prefería ir a Bariloche donde ya habíamos ido,
pero siempre ir al mismo lugar nos
aburría. El problema comenzó a las 7:10 cuando llegamos al aeropuerto,
nos dijeron que no tenían espacio y debíamos esperar al próximo vuelo que iba
hacia las cataratas. Nos habían venido tres pasajes y el cupo ya estaba
completo, ¡Teníamos que esperar 3 horas! porque los otros aviones no iban a ese
lugar. Mi papá estaba muy enojado y se negó a tomar el próximo vuelo, entonces
decidió ir en el colectivo que pasaba en ese momento por allí. Mi mamá no
quería, pero era la única forma en la que podríamos irnos, además si no subía debía esperar al siguiente vuelo
y sola porque papá estaba decidido a llevarme con él. Finalmente subimos todos
al colectivo, aunque las caras no mejoraban porque todos teníamos un gesto de
enojo pintado en ella, estuvimos frunciendo el seño todo el camino y no emitimos ni siquiera un sonido. Me dormí
durante unas horas, no sé qué ocurrió mientras, seguramente nada interesante;
me desperté cuando el colectivero grito:
- Frenamos para cargar gasoil, si quieren bajen a comprar algo e ir
al baño, ¡no tarden mucho! Si no llegan a tiempo igual reinicio mi marcha.
Era un hombre muy alto y gruñón, no me caía para nada bien. Yo acompañé
a mi mamá que fue a comprar masitas y una gaseosa para mí, mientras que mi papá
fue al baño. Cuando terminamos de comprar las cosas miramos si todavía estaba
el colectivo, seguía ahí pero nos
quedaba solo un ratito antes de que continúe el viaje, entonces nos fuimos a
buscar a mi papá; él estaba totalmente despreocupado hablando con Manuel, un viejo
amigo de la infancia a quien no veía desde hacia años. Con mi mamá nos
enojamos, nos había hecho tomar el
colectivo y ni le importa si estaba o se había ido, mi mamá saludó a Manuel y
le dijo a mi papá disimuladamente:
- ¡Qué tarde es, la gente está yendo al colectivo!, con
Abigail vamos a subir ahora, chau Manuel
Mi papá entendió el mensaje y se
despidió de su amigo. Tuvo que correr unos metros porque el colectivo ya había
partido con nosotras arriba.
En la siguiente estación de servicio ocurrió otra vez lo mismo, pero
esta vez se puso a hablar con un colega de trabajo que también se estaba yendo
de vacaciones, aunque quisimos no pudimos hacer que se apurase para no perder
el ómnibus y finalmente todos en plena calle, sin saber qué íbamos a hacer, estábamos literalmente perdidos y acabábamos
de ser abandonados por el micro.
Mi papá tuvo otra idea, pensó en alquilar un auto, no nos quedaba mucho
dinero así que solo conseguimos un auto pequeño que apenas funcionaba, tenía
muchos kilómetros recorridos , la radio no prendía, los asientos eran muy
duros, había un olor horrible y solo funcionaba una luz delantera; al menos
seguíamos juntos, aunque nadie decía nada. Pronto se hizo de noche, comimos
algunos sándwiches, mientras seguíamos viaje . En la inmensidad de la noche de repente se sintió un fuerte ruido
- ¡trassssssssh!_
El auto se descontroló, gracias a dios no pasó nada grave, mi papá salió
a ver qué había ocurrido, luego entró al auto y dijo triste:
- Se pinchó una goma y no tenemos un
repuesto, nos tendremos que quedar aquí toda la noche, ya es muy tarde mañana
temprano voy a ver si hay algún lugar cercano para poder solucionar esto,
duerman tranquilas
Ninguna dijo nada , estábamos sorprendidas, pensábamos que estas iban a
ser las mejores vacaciones, pero nos equivocamos, después de un rato mis papas
se durmieron, yo me quedé pensando qué podía hacer para ayudarlos y se me
ocurrió una gran idea que la concretaría durante la madrugada.
Cuando amaneció me desperté primera y realicé el plan que tenia
para sacarnos de allí; mi idea había sido conseguir otra goma en un depósito
cercano que había visto en el camino, en ese lugar había partes de autos,
seguramente encontraría alguna goma que estuviera sana. Abrí casi sin hacer
ruido la puerta y fui rápidamente hacia allí.
Encontré dos gomas, primero lleve una hacia el auto y luego la otra,
cuando mis papas despertaron y supieron lo que había hecho me felicitaron y
agradecieron, a ellos nunca se les hubiera ocurrido esa idea.
Cuando mi papá término de colocar la rueda seguimos con el viaje, no
creían que ocurriría otro inconveniente pero se equivocaron, unos kilómetros
después nos quedamos sin gasoil,
- ¡Esto es increíble, no
lo puedo creer! - dijo mi mamá.
Mi papá muy enojado nos grito:
- ¡Bájense del auto vamos a ir caminando hasta alguna estación de
servicio para traer gas oil!
Yo no quería caminar me dolían los pies, ya había llevado las gomas
hasta el auto, y había llevado dos, no solo una; aun así tuve que acompañarlos.
En el camino trate de pensar algo para levantar el ánimo, no se me
ocurría nada, era muy difícil alentar a personas que no te escuchan, y digo
esto porque cuando hablaba me decían los dos al mismo tiempo:
_ ¡Hacé silencio Abigail!, sin siquiera preguntar qué quería me retaban,
hubiera sido más lindo que me dijeran:
_ ¿Qué te pasa hija, te sentís bien?_
pero su respuesta fue totalmente diferente.
Cuando llegamos a la estación de servicio cada uno fue para un lado
distinto, mi mamá se fue a comprar el diario, papá a ver con qué llenar el
tanque del auto, y yo me quedé sentada en un banco, que por cierto estaba muuuy
sucio, Estuve como dos horas sentada en ese banco, yo quería estar sola,
me sentía muy triste y decepcionada, nunca hubiera creído que nuestras
vacaciones terminarían con un final tan absurdo.
Cuando mis papas terminaron de hacer lo que sea que estaban haciendo
regresamos al auto, en el camino hablamos poco, casi nada, bueno en realidad no
se oyó ni un ruido, todos seguíamos enojados con todos y así continuo
toda la noche. A la mañana siguiente cuando el auto al fin arrancó
emprendimos el viaje pero hacia una terminal, ya que ninguno quería seguir en
ese auto que sinceramente nos había complicado muchísimo el viaje. Más tarde llegamos
a la terminal y esperamos un rato hasta que llegó el colectivo que iba a
Misiones; cuando subimos, tomamos asiento y nos llamó la atención que los
pasajeros iban acompañados de sus mascotas, pero no crean que eran perritos de
razas sino chancos, mulitas, zorrinos, loros. A pesar de ello no quedamos dormidos al instante. Despertamos al
día siguiente, estábamos cerca de Entre Ríos, mi papá le dijo al
colectivero:
_ ¿Por qué no llegamos todavía? ya
tendríamos que estar en Misiones - El colectivero que era muy diferente al otro
que habíamos conocido en el aeropuerto, le respondió a mi papá:
_ Tuve que ir a otros lugares,
pero ya estamos por llegar_
Al final todo salió bien, bueno casi porque perdimos las maletas ya que
iban atadas con una soga sobre el techo del autobús y gastamos bastante dinero
en el auto que término siendo un problema.
Cuando estábamos por llegar me asomé por la ventana y vi las hermosas
Cataratas del Iguazú. Su inmensidad y el estruendo que provocaba el choque del
agua contra las rocas era maravilloso. Bajamos de aquel colectivo y los tres
nos tomamos de las manos, caminamos libremente por los pasillos disfrutando del
paisaje, de pronto nos miramos y ya no había enojo en nuestras miradas sino un
gran amor. En ese momento entendí que
todo lo que habíamos pasado valió la pena; me di cuenta que decir que había
sido el peor viaje del mundo estaba mal, gracias a este viaje nos dimos cuenta
de nuestros errores, ahora mi papá sabe que es muy gruñón e impulsivo, de no
ser por él hubiéramos tomado el avión, mi mamá se dio cuenta de que hay otros
lugares por descubrir y no siempre lo mejor es lo que ya conocemos, a veces hay
que tomar riesgos, nunca se sabe lo que va a pasar ,pero hay que pensar siempre
lo mejor, y yo aprendí que en las
buenas y en las malas uno nunca debe deprimirse porque hay algo hermoso
que se puede descubrir.
Esta fue la mejor aventura que viví, siempre me voy a acordar del sonido
del agua chocando contra las rocas, de
la emoción que tuve al llegar a las cataratas,
tampoco olvidaré el asqueroso olor del auto que alquilamos, ni al
malhumorado colectivero, pero como siempre, siempre, siempre digo, a mal tiempo
buena cara…
Alumna de 1º año de Escuela
de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez”
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