miércoles, 28 de agosto de 2013

Concurso "Contate un cuento V" - MENCIÓN DE HONOR CATEGORÍA A - Marco Gentile


La relojería de Álvarez


   Había una vez un relojero llamado Gabriel Álvarez que tenía una  tienda repleta de todo tipo de relojes; más grandes, más chicos, algunos con más valor que otros. Los traía de Europa, Estados Unidos, Oriente y de muchos lugares importantes. Todos funcionaban y estaban en hora. El sonido del tic tac aturdía el recinto.
   Él era un hombre joven, delgado, no muy alto, formal y con pocas amistades. Tenía una hermosa familia que lo ayudaba en su negocio.
  Una noche encontró una caja en la puerta y pensó que el cartero seguramente la había dejado, sin embargo, le pareció muy extraño.La abrió con cuidado y allí estaba. Era un reloj despertador de forma muy peculiar. No tenía remitente. Álvarez lo puso en hora para probarlo y esa noche en vez de usar el despertador de siempre, programó ese, exactamente para las 7:40.
  Esa mañana se despertó activo y emocionado porque el nuevo reloj  había funcionado muy bien, pero cuando quiso ir camino hacia la relojería descubrió que su esposa e hijos ya no estaban, y salió a la calle muy preocupado.
   Vio que toda la ciudad estaba rejuvenecida, llena de nuevas cosas que él jamás había visto, entonces le preguntó a cada persona que caminaba por allí por qué todo estaba  tan cambiado y remodelado. Nadie le respondió, hasta que llegó a la calle de su relojería. Era la única que no estaba renovada, pero sí la única rota y arruinada. Su negocio, cerrado y en muy mal estado.
  Con las llaves decidió abrir las puertas. Cuando entró vio todo un desastre, los relojes estaban tirados y rotos, las paredes manchadas y descascaradas con un intenso olor a humedad. Parecía un lugar abandonado. En eso Álvarez sintió un ruido y muy asustado se acercó al lugar de donde provenían. Allí estaban sus tres hijos y su esposa, escondidos y temerosos. En ese momento Álvarez se acercó a su familia preguntándole qué había pasado, por qué todo estaba así. Al principio no los reconoció, pero ellos le explicaron quiénes eran y sobre el tiempo transcurrido. Le dijeron que desde que había abandonado a su familia y su trabajo la vida se les había derrumbado.
    Álvarez muy sorprendido preguntó qué año era, qué había hecho él y por qué estaban escondidos. Respondieron  que los había dejado por falta de dinero, que la relojería era su hogar ahora, que transcurría el año  2040 y que todos pensaban que  estaba muerto.
   Álvarez, ya entrado en razón y vislumbrando lo que había sucedido,  puso el despertador 7:10 para volver a su año que era el 2010 y se fue a dormir.
   Al otro día despertó y bajó velozmente para ver si había algo  anormal; cuando fue a la habitación de sus hijos los vio  ahí y respiró aliviado. Después fue a la cocina, para ver si hallaba a su esposa, al entrar se topó con ella. Se acercó y le dio un gran abrazo diciéndole que nunca la iba a dejar, ni a ella ni a sus hijos.  La esposa no entendió nada pero igual le siguió la corriente. Después  subió a su habitación y tiró por la ventana el despertador para asegurase de romperlo y no verlo más. Luego partió a la relojería, allí observó que todo estaba como antes: los relojes funcionando y en hora. Se encontraban como los había dejado. Pero el momento que sufrió pensando que había abandonado a sus seres queridos nunca se lo pudo borrar de la mente. Y por eso lo anotó en su diario para recordar el intenso desconsuelo y amargura que se siente cuando desaparece la familia.

Alumno de 1º de Escuela de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez”


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