Este es tu
momento
Por Yamila Pereyra
Alumna de 4º año de
E.S. Nº 1 “Antonio G. Balcarce”
Isabella
es una adolescente que se pasaba la mayoría del tiempo en su habitación,
aislada del resto, ya nada tenía sentido para ella, no tenía amigos ni un grupo social. Su mamá, Carla,
estaba preocupada por las actitudes de su hija, la veía aislada, fría y sin
sentimientos, a cada minuto se preguntaba qué había sido de esa pequeña que
corría por todas partes y que daba amor y dulzura por donde estuviese.
Isabella no era la misma desde que murió su papá, además tuvo que dejar todo, para mudarse de Córdoba a Buenos Aires, empezar otra vida, alejada de “sus amigas”, familiares, pero le dolió más dejar a la persona que ella amaba, a quien pensó que sería “el príncipe” de sus cuentos se niña.
En el colegio trataba de asociarse con su grupo, caerles bien, pero pese a que quería integrarse no la aceptaban, la insultaban y hasta la maltrataban, no podía estar tranquila, siempre estaban en contra de ella, incluso la lastimaban.
Isabella no era la misma desde que murió su papá, además tuvo que dejar todo, para mudarse de Córdoba a Buenos Aires, empezar otra vida, alejada de “sus amigas”, familiares, pero le dolió más dejar a la persona que ella amaba, a quien pensó que sería “el príncipe” de sus cuentos se niña.
En el colegio trataba de asociarse con su grupo, caerles bien, pero pese a que quería integrarse no la aceptaban, la insultaban y hasta la maltrataban, no podía estar tranquila, siempre estaban en contra de ella, incluso la lastimaban.
Cada día cuando empezaba la clase abría su
cuaderno de apuntes y en la tapa leía “papi, te extraño”. Se preguntaba una y
otra vez porqué serían tan injustos con
ella, porqué tanto odio. Solo esperaba que fueran las 12:50 para volver a su casa y encerrarse en esa habitación,
donde se refugiaba, habitación que guardaba tantos sueños y secretos, que ya ni
ella quería conservar.
En el grupo del colegio había un chico,
Thiago, que le caía muy bien, con él
tenía muchas cosas en común, las chicas del grupo la miraban mal por eso, pero
a ella no le importaba, desde que conoció a Thiago logró desplegar alguna
sonrisa. Ella no le quiso contar a Thiago porqué se mudó de Córdoba a Buenos
Aires, él entendió y comprendió que se lo diría cuando ella estuviese segura.
Entre ellos fue creciendo algo más que una simple amistad, era el principio de
una historia que no quería encontrar el final. Una tarde Thiago no aguantó y le
dijo lo que sentía, Isabella se quedó mirándolo, se quedaron en silencio un
largo tiempo, hasta que se unieron en un eterno beso.
Cuando parecía que todo marchaba bien, Isabella desapareció. No se supo nada de ella por varios días y Thiago estaba muy preocupado, la llamaba a la casa pero nunca estaba y supo por un vecino que su madre había viajado Una tarde se decidió a buscarla, no sabía por dónde empezar, no tenía ni una pista , nada, pero como se parecían tanto el suponía que ella estaría en un lugar donde nadie lo imaginaria, un lugar muy alejado, un lugar totalmente diferente de lo que ella estaba acostumbrada a frecuentar, tardó mucho en encontrar ese lugar donde pudiera estar, pero la halló, se sorprendió mucho por lo que vio, estaba tirada en el medio de una plaza de una villa, quién sabe cuánto hacia que estaba allí, en una mano tenía una pipa y en la otra picadura de marihuana, Isabella estaba desmallada, inconsciente, él la ayudó y logró que ella recobrara el conocimiento. No se dijeron nada, mientras iban caminando hacia su casa, después del silencio que parecía eterno, ella empezó a hablar, le contó porqué se mudó y por todo lo que pasó en sus 17 años, cosas que nadie se imaginaba, su mundo estaba cargado de drogas, malas juntas y alcohol. Ella no quería terminar así, pero su vida no tenía sentido, ya no tenía más nada porqué vivir, le daba lo mismo estar muerta que viva. Thiago la miró y la besó, se abrazaron como si el mundo fuera a acabar, él le dijo que haría todo por ella, que era el amor de su vida, que no podía seguir como antes, la tomó de la mano y nuevamente le repitió que era muy importante en su vida. Ella le confesó que lo amaba con cada pedazo de su ser, que gracias a él había aprendido a sonreír, que logró sacarle de su cabeza sus problemas, que solo con él quería estar, pero algo de su pasado la había conducido hacia el mundo de las drogas.
Él la llevo a su casa para
que descansara. Quedaron en verse al día siguiente en una plaza que estaba en
el centro de la ciudad, cuando ella llegó él ya estaba allí, le dijo que lo
acompañara a un lugar. Emprendieron el camino, tomados fuerte de sus manos, de
pronto Thiago la detuvo y le dijo que no la quería ver mal, que quería que se recuperara,
que ella era un pedazo de él. Fue en ese momento que le pidió que se diera vuelta, Isabella observó hacia la cuadra de
enfrente, era un centro de rehabilitación, ella lo miró y no dijo nada, lo
abrazó y se largó a llorar. Le agradeció todo lo que él había hecho por ella,
nunca lo olvidaría. Thiago le dijo que
entrara, que la estaban esperando. Se despidió con un hasta pronto y se alejó, ella entró al centro de rehabilitación,
allí la esperaba otra vida…Cuando parecía que todo marchaba bien, Isabella desapareció. No se supo nada de ella por varios días y Thiago estaba muy preocupado, la llamaba a la casa pero nunca estaba y supo por un vecino que su madre había viajado Una tarde se decidió a buscarla, no sabía por dónde empezar, no tenía ni una pista , nada, pero como se parecían tanto el suponía que ella estaría en un lugar donde nadie lo imaginaria, un lugar muy alejado, un lugar totalmente diferente de lo que ella estaba acostumbrada a frecuentar, tardó mucho en encontrar ese lugar donde pudiera estar, pero la halló, se sorprendió mucho por lo que vio, estaba tirada en el medio de una plaza de una villa, quién sabe cuánto hacia que estaba allí, en una mano tenía una pipa y en la otra picadura de marihuana, Isabella estaba desmallada, inconsciente, él la ayudó y logró que ella recobrara el conocimiento. No se dijeron nada, mientras iban caminando hacia su casa, después del silencio que parecía eterno, ella empezó a hablar, le contó porqué se mudó y por todo lo que pasó en sus 17 años, cosas que nadie se imaginaba, su mundo estaba cargado de drogas, malas juntas y alcohol. Ella no quería terminar así, pero su vida no tenía sentido, ya no tenía más nada porqué vivir, le daba lo mismo estar muerta que viva. Thiago la miró y la besó, se abrazaron como si el mundo fuera a acabar, él le dijo que haría todo por ella, que era el amor de su vida, que no podía seguir como antes, la tomó de la mano y nuevamente le repitió que era muy importante en su vida. Ella le confesó que lo amaba con cada pedazo de su ser, que gracias a él había aprendido a sonreír, que logró sacarle de su cabeza sus problemas, que solo con él quería estar, pero algo de su pasado la había conducido hacia el mundo de las drogas.
Han pasado casi dos años del día en que ella se internó en el centro de rehabilitación, Isabella ya casi estaba recuperada, pero ahora tenía que presentarse dos veces por semana durante un año más para realizar su terapia. El día que le dieron el alta y salió del centro de rehabilitación, en el mismo lugar donde se habían despedido, estaba esperando Thiago como aquel día, con un ramo de flores en sus manos, se miraron y se abrazaron y él le susurró al oído “este es tu momento”, ella automáticamente sonrió y lo beso.
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