sábado, 23 de noviembre de 2013

“CONTATE UN CUENTO VI” - CATEGORÍA A

La princesa Beatriz
Por Francesca Pavan
Alumna de 1º año de E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

    En el siglo VIII  Europa estaba dividida por tribus rivales en continua lucha por la supremacía. Con la llegada de  los Carolingios en Germania,  se les concedió  a los duques y condes favoritos del rey,  feudos temporales por los servicios al estado.  Sin embargo,  todos ellos deseosos de mantener ese poder, y  viendo como la autoridad del monarca disminuía cada vez más, estos señores  adquirieron un gobierno local y convirtieron sus propiedades en feudos hereditarios.
    La codicia, el miedo y la guerra por el poder se instaló para quedarse y se cuenta que entre los grandes secretos de la historia  está la de Beatriz, hija menor del rey  Enrique II de Baviera.
    Era una joven muy bella y delicada que amaba la música y la poesía. Desde pequeña estaba comprometida con Arnaldo sobrino del duque Federico de Austria y aunque nunca lo hubiera visto, Beatriz ansiaba el momento de casarse con él porque las doncellas que lo conocían lo proclamaban como  un músico extraordinario. Siempre solía decir que cuando se casara con  la princesa le cantaría todos los días…
    El gran acontecimiento se aproximaba y dentro del palacio los criados no se detuvieron en sus menesteres hasta que el gran salón de la boda estuvo listo. Era un maravilloso lugar, decorado y engalanado para el casorio. Tenía un descomunal mosaico de Arnaldo y su prometida en la bóveda del recinto.
   Mientras tanto, Beatriz viajaba con su padre y la comitiva hacia el ducado. Cuando llegaron estaba dormida, así que la llevaron a una habitación para que descansara. Al mediodía, una criada vino a despertarla y le puso el vestido de novia con ayuda de otras mujeres.
   Una hora después, la doncella se encontraba caminando hacia el altar donde la esperaba el joven más  apuesto que jamás hubiese visto;  su querido Arnaldo. Y éste miraba como se acercaba la muchacha  más bella en la que hubiera puesto sus ojos.
    Beatriz y Arnaldo se enamoraron desde ese momento, y todos los días, como había dicho, el príncipe le cantaba canciones a su amada hasta que su garganta no pudiera más.
    Un día, mientras estaba en el balcón escuchando la melodía, llegó de visita el duque Federico. La vio con su hermosa cabellera suelta y su frágil figura e instantáneamente se enamoró de ella. Tanto, de hecho, que mandó matar a su sobrino y obligó a la joven viuda a casarse con él.
   La princesa se convirtió en dueña y señora de Austria y de Baviera porque su padre fue despojado del reino sin ninguna clemencia.
   Pasó años llorando a su amor en una torre, en la que el cruel Federico la obligó a recluirse, harto ya de su rechazo.
   Pero la dama, extrañaba mucho a Arnaldo y a su padre, ya muerto; tanto, que se arrojó por una ventana de la torre que daba al mar  y nunca más se supo de ella.

    Los habitantes de la región, aseguran, que si pasas por la rocosa playa, todavía se escuchan los cantos de Arnaldo y la risa feliz  de la princesa que se confunde con el murmullo de las olas.

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