domingo, 20 de enero de 2019

Contate un Cuento XI” - Mención de Honor categoría A: “Más allá de las pizarras” Por Génesis Alexandra Manzanilla Linares de Trujillo, Venezuela


Seguramente, te has preguntado ¿por qué son tan aburridas las pizarras? Pues, aunque la respuesta a la pregunta sea lógica: fueron hechas para trazar líneas, letras, dibujos o números ¿Quién sabe?, no siempre es así… ya que encierran un mundo mágico y maravilloso donde se esconde un secreto que no todos pueden observar.
Fer y su amigo Alex eran unos niños muy curiosos, en todo el sentido de la palabra. Un día, muy aburridos de su clase de matemáticas comenzaron a hablar sobre las pizarras, el profesor cansado de verlos conversar decidió que deberían tener un escarmiento así que fue en busca de la coordinadora. Mientras se dirigía a su oficina los curiosos niños se acercaron a la pizarra, y cuando la tocaron destellos de luz salían al contacto con sus dedos, ellos esperaban que algo ocurriese pero esas luces los habían dejado estupefactos y en un espabilar los chicos ya no se encontraban en el aula.
Después de viajar a través del destello llegaron a un mundo lleno de pizarras, cada una estaba escrita con temas cotidianos que se aprendían en clases, pero todas inexplicablemente giraban en sentido de las agujas del reloj, señalando los distintos caminos al mundo real. Los intrépidos niños empezaron a ver cada pizarra con detenimiento, se miraron con picardía y comenzaron a caminar por todo el lugar; alejándose del punto de partida para aventurarse por aquel mundo sin que nadie les impidiese nada, ya que sólo eran pizarras. Aburridos, decidieron hacer lo que más les divertía: travesuras, pero lo cierto es que comenzaron a pensar qué podían hacer realmente en aquel mundo tan mágico como desconocido para ellos. Así que decidieron borrar las pizarras, al hacerlo el reloj se detuvo, porque los grafos que tenía cada una lograban que el reloj se moviera al compás. Dejaron las pizarras como tabula rasa y el reloj siguió haciendo su trabajo como normalmente solía hacerlo, pero lo que nadie sabía y se imaginaba era que del otro lado de la pizarra estaba ocurriendo un caos, el maestro que estaba dando la clases de matemática, observó que misteriosamente sus cálculos eran transformados en obras de arte y otras en desfile de hormigas, ¡qué locura!, a cada profesor esto le parecía extraño y por más que intentaban una y otra vez modificarlas, no podían. Se paralizaron las clases mientras buscaban una solución. Mas allá de las pizarras Fer y Alex sin ninguna preocupación hacían desastres y tanto era que el mundo de las pizarras lo iban dañando. De repente ya no se encontraban solos, un crujido y gruñido había paralizado sus corazones. Vieron a un gigantesco ser conocido como Sharpie avanzando sigilosamente. Estaba furioso y con una mirada escudriñadora miraba a los niños que aún aterrados lo miraban.
El con voz de ultratumba les preguntó: “¿Qué han hecho?”. Con ganas de salir corriendo y con el corazón precipitado dijeron: “quisimos quitar lo aburrido de las pizarras” Sharpie, no lo podía creer: “lo que han hecho no está bien, por sus travesuras han cesado las clases y han contrariado el ritmo del reloj, porque las pizarras en este mundo tan extraño obedecen el mandato del mundo exterior, ahora, si ustedes no arreglan este desastre todo cambiará de manera drástica”- dijo amenazante.
Fer y Alex confundidos y asustados comenzaron a reconstruir cada grafo, línea, símbolo, número en su posición original, el tiempo se les hizo una eternidad, entonces el reloj tomó su verdadero ritmo, las pizarras comenzaron a reflejar lo que se escribía realmente.
Sharpie se les acercó nuevamente y ya más tranquilo agrego: “Bien hecho, han de saber que las pizarras no dejarán de ser un espejo que refleja la sabiduría de quien escribe o su mayor incapacidad”, hizo una pausa y continuo: “es hora de que salgan a su mundo” Al salir de la pizarra cayeron al piso del salón de donde nunca se habían ido, escucharon unos pasos que se aproximaban, era el profesor y la coordinadora. Fer y Alex reconocieron sus faltas ante la autoridad del colegio y fueron amonestados manteniendo en buen estado las pizarras. Al siguiente día cuando fueron nuevamente a clase se encontraron Fer y Alex solos frente a la pizarra, tocándola con su dedo índice pensaron abrir el portal para volver a ese mundo, pero ya no funcionaba ¿qué habría pasado? Fue solo un sueño o una maravillosa fantasía, no sabemos el tiempo que pasará para descubrirlo, pero cada vez que ven una pizarra escrita recuerdan al tenebroso Sharpie que vigila cada movimiento.

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