sábado, 14 de noviembre de 2020

Contate un Cuento XIII Categoría B

 

Las mariposas aún no se fueron.

Juliana Caratú, alumna de la E.E.S.N° 3 “Carmelo Sánchez”

Allí iba yo, caminando hacia la parada del bus, y ahí te vi, con tu pelo un poco más largo, tus ojos, de un verde brillante, justo como los recordaba y tu sonrisa un poco más suave, más hermosa.

No esperaba encontrarte, tampoco esperaba que las mariposas que creí que a lo largo de todos estos años habían desaparecido, seguían flotando en mi panza. Pensé que había tenido suficiente tiempo para olvidar mis sentimientos, y no fue así.

- Hola, Jaz – me dijiste-, sin embargo, sentí que ya no me mirabas de la misma manera. Quise responderte, pero fue demasiado tarde, ya habías cruzado la calle y me regalaste una sonrisa antes de subirte emocionada al autobús.

¡Han pasado tantos años desde que dimos todo por perdido! ¿Y si no lo estaba? ¿Soy la única presa en estos sentimientos?

Los siguientes días lo único que hice fue perseguirte, pude enterarme que estabas con alguien más, ¿Te haría igual de feliz que yo? Me repetía, una y otra vez…

Estábamos tan bien, no puedo entender como un simple rumor pudo separarnos, fue lo único que supe luego de nuestra ruptura, cuando dudaste de mi amor y todo se acabó.

- Hola, Jaz – dijiste por segunda vez en la semana. Quise gritarte “Hey, Megan, me gustaría haberte amado como te extraño ahora”, pero una vez más, corriste sin dejarme hablar.

La semana siguiente, me la pasé sentada en el mismo banco esperando que llegaras, pero no sucedió, y comencé a preocuparme.

Corrí desesperadamente hasta tu casa, vivías en el mismo lugar de siempre, simple pero lindo, donde amaba sentarme a hablar contigo. Toqué la puerta, dos minutos después me abriste, me sentí contenta al saber que estabas ahí, pero ese sentimiento se fue como un chasquido cuando vi que ella se encontraba detrás de ti.

- ¿Qué haces acá, Jazmín?  Me llamaste por mi nombre completo y ahí supe que no te había agradado mi visita.

- Vos debes ser Jazmín, la amiga de Megan – exclamó tu novia, quise gritarle que habíamos sido más que amigas, pero no dije nada.

- Megan, ¿Por qué no la invitas a nuestro compromiso? – volvió a hablar ella, y ahí, mi mundo se cayó. Te miré, me miraste, en mis ojos solo había dolor y confusión, quería que me explicaras, pero solo bajaste la cabeza.

- Te enviaré la invitación por mensaje – continuó, no respondí, mi voz había desaparecido y mis lágrimas llegaron.

Volví a correr, sin rumbo, solo quería alejarme. Horas después, me encontré sentada en un parque con la luna sobre mí, mi llanto no cesaba y el dolor en mi pecho tampoco. Al amanecer volví a mi casa. Sentí que las lágrimas derramadas se habían llevado parte de aquel gran sufrimiento.

Entendí que lo nuestro era del pasado, había sido hermoso, pero todo lo bueno se termina.

Te amé, todavía lo hago, pero noté que ya no sentíamos lo mismo, me dolía saber que había dado todo y para ti nunca fue suficiente.

A partir de hoy todo debía acabar, aunque todos estos años fuiste todo para mí, esto tenía que terminar.

Lo había decidido y te desearía un feliz compromiso cuando me enviaras tu invitación, lo haría a pesar de mi dolor, ya que es realmente triste perderse a sí mismo por alguien que no quiere encontrarte.

Jamás me voy a olvidar de ti, el primer amor dura para siempre y tú lo harás durante toda mi vida.

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