Las mariposas aún no se fueron.
Juliana Caratú, alumna de la E.E.S.N° 3 “Carmelo
Sánchez”
Allí iba yo,
caminando hacia la parada del bus, y ahí te vi, con tu pelo un poco más largo,
tus ojos, de un verde brillante, justo como los recordaba y tu sonrisa un poco
más suave, más hermosa.
No esperaba
encontrarte, tampoco esperaba que las mariposas que creí que a lo largo de
todos estos años habían desaparecido, seguían flotando en mi panza. Pensé que
había tenido suficiente tiempo para olvidar mis sentimientos, y no fue así.
- Hola, Jaz – me
dijiste-, sin embargo, sentí que ya no me mirabas de la misma manera. Quise
responderte, pero fue demasiado tarde, ya habías cruzado la calle y me
regalaste una sonrisa antes de subirte emocionada al autobús.
¡Han pasado tantos
años desde que dimos todo por perdido! ¿Y si no lo estaba? ¿Soy la única presa
en estos sentimientos?
Los siguientes días
lo único que hice fue perseguirte, pude enterarme que estabas con alguien más,
¿Te haría igual de feliz que yo? Me repetía, una y otra vez…
Estábamos tan bien,
no puedo entender como un simple rumor pudo separarnos, fue lo único que supe
luego de nuestra ruptura, cuando dudaste de mi amor y todo se acabó.
- Hola, Jaz – dijiste
por segunda vez en la semana. Quise gritarte “Hey, Megan, me gustaría haberte
amado como te extraño ahora”, pero una vez más, corriste sin dejarme hablar.
La semana siguiente,
me la pasé sentada en el mismo banco esperando que llegaras, pero no sucedió, y
comencé a preocuparme.
Corrí
desesperadamente hasta tu casa, vivías en el mismo lugar de siempre, simple
pero lindo, donde amaba sentarme a hablar contigo. Toqué la puerta, dos minutos
después me abriste, me sentí contenta al saber que estabas ahí, pero ese
sentimiento se fue como un chasquido cuando vi que ella se encontraba detrás de
ti.
- ¿Qué haces acá,
Jazmín? Me llamaste por mi nombre
completo y ahí supe que no te había agradado mi visita.
- Vos debes ser
Jazmín, la amiga de Megan – exclamó tu novia, quise gritarle que habíamos sido
más que amigas, pero no dije nada.
- Megan, ¿Por qué no
la invitas a nuestro compromiso? – volvió a hablar ella, y ahí, mi mundo se
cayó. Te miré, me miraste, en mis ojos solo había dolor y confusión, quería que
me explicaras, pero solo bajaste la cabeza.
- Te enviaré la
invitación por mensaje – continuó, no respondí, mi voz había desaparecido y mis
lágrimas llegaron.
Volví a correr, sin
rumbo, solo quería alejarme. Horas después, me encontré sentada en un parque
con la luna sobre mí, mi llanto no cesaba y el dolor en mi pecho tampoco. Al
amanecer volví a mi casa. Sentí que las lágrimas derramadas se habían llevado
parte de aquel gran sufrimiento.
Entendí que lo
nuestro era del pasado, había sido hermoso, pero todo lo bueno se termina.
Te amé, todavía lo
hago, pero noté que ya no sentíamos lo mismo, me dolía saber que había dado
todo y para ti nunca fue suficiente.
A partir de hoy todo
debía acabar, aunque todos estos años fuiste todo para mí, esto tenía que
terminar.
Lo había decidido y
te desearía un feliz compromiso cuando me enviaras tu invitación, lo haría a
pesar de mi dolor, ya que es realmente triste perderse a sí mismo por alguien
que no quiere encontrarte.
Jamás me voy a
olvidar de ti, el primer amor dura para siempre y tú lo harás durante toda mi
vida.
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