sábado, 14 de noviembre de 2020

Contate un Cuento XIII Categoría A

 

El bosque fantástico

Cielo Peluca, alumna de la E.E.S. N° 1 “Antonio González Balcarce”

   Una niña llamada Lena y sus tres hermanos mayores fueron a la casa de su abuela, se pusieron a jugar a las escondidas. Lena se metió en un armario, corrió la ropa y observó que había una puerta, decidió abrirla y se encontró con un bosque. Entró y vio árboles color rosa, hadas, unicornios y mucho más. Llamó a sus hermanos, cuando pasaron la puerta no creían lo que estaban viendo, unos minutos después se les acercaron unas hadas y los acompañaron a recorrer todo el bosque. Por último, los llevaron a ver el castillo de la Reina. Entraron y la Reina Flora los recibió muy bien. Cuando se estaban por ir , los detuvo y les pidió un favor:  si podían ir al castillo de la Reina Malasia para recuperar el elemento mágico que le había quitado, y a cambio ella les iba a dar a cada uno un objeto. Al mayor le dio una espada; al que le sigue una soga; a la del medio, un escudo; y por último, a la más pequeña, llamada Lena, le entregó un diamante que le daba el poder de ir a los lugares que ella quisiera. Los hermanos contentos se fueron.

   Una vez en el  castillo de la Reina Malasia, decidieron ir en silencio para que no se los escuchara. La más pequeña usó  el diamante para ir hasta donde estaba el elemento mágico. Justo cuando iba a  agarrarlo, la Reina los vio y quiso atrapar a Lena, pero el hermano empezó a luchar con la espada y el escudo. Malasia  le estaba por largar un hechizo y  la hermana del medio se dio cuenta y la maniató con la soga. El mayor agarró la varita y se fueron rápidamente, dejando a la Reina encerrada en una jaula.

   Cuando llegaron al castillo de la Reina Flora, le dieron el trofeo, esta les agradeció y les dijo que ya era tarde, que se tenían que ir a la casa de la abuela. Pero antes les aseguró que podían volver las veces que quisieran e iban a ser bien recibidos.    

    Los hermanos regresaron  a la casa de su abuela. Esta les preguntó a los niños qué habían estado haciendo; y sin saber qué responderle, le dijeron que habían estado jugando a las escondidas.

   Desde ese momento, cada vez que visitaban a su abuela, pasaban por la puerta e iban al bosque encantado.

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