sábado, 14 de noviembre de 2020

Contate un Cuento XIII Categoría E

 

Autorretrato de mujer frente al espejo

Blanca Estela Castro de México

He corrido las cortinas para mirar amanecer en el mar. La luz del sol potenciada con su propio reflejo sobre el agua azul llenaba todo el espacio de vida y alegría.

Respiro lentamente el aire fresco y me siento en el paraíso por unos minutos infinitos hasta que unos nudillos golpean la puerta apenas. He pedido un jugo a la habitación, la camarera ya está aquí.

Al volverme para abrir la puerta el enorme espejo que está sobre la pared me devuelve una imagen que se lleva mi alegría matutina. Mi cara que aún no ha pasado por el baño está fláccida y descolorida, mis ojos con ojeras han profundizado sus patas de gallo. Por mi frente cruzan dos surcos bastante visibles. Mi pelo quebrado y rebelde muestra más de cuatro canas perfectamente blancas en su oscura maraña.

Si bajo la mirada, casi sin querer, aparece una silueta desgarbada, desdibujada bajo un camisón blanco demasiado grande para ese cuerpo posando sobre un par de pantuflas ridículamente rosas a ras del piso.

Trato de montar una sonrisa para la camarera, saludo y doy las gracias como me han enseñado mientras deslizo unas monedas en las manos de la mujer que se marcha tan veloz como vino después de un breve: “No se moleste”.

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Esta noche saldremos a cenar a uno de los restaurantes cercanos al puerto. En esta ciudad son famosos los restaurantes de esa zona por sus comidas y por la cantidad de gente de todo el mundo que se puede encontrar por allí.

Es una noche especial, me he puesto un vestido negro largo y zapatos de tacón, ahora vengo frente al espejo para arreglarme el chal plateado sobre los hombros.

La luz de la araña de la habitación no es la mejor, pero para arreglarme el chal sirve perfectamente. No puedo evitar sonreír al mirarme al espejo, no parezco la mujer que hoy a la mañana miraba salir el sol. Este vestido y los zapatos con tacos altos me hacen ver elegante, con el chal cubriré la leve flaccidez de mis brazos. La peinadora hizo un buen trabajo con mi cabello, luce brillante y en su sitio, no veo ninguna cana. La maquilladora me ha colocado base y rouge, el labial es un rojo brillante, hasta tengo un toque sensual. Mis arrugas casi no se ven y mis ojos enmarcados por sombras mezcladas y rímel lucen hermosos, además tienen el brillo que da el disfrute de unas vacaciones tan soñadas como estas.

Basta de mirarse al espejo, tomo mi cartera y la llave para salir. En estos hoteles ni siquiera hay que apagar la luz. Soy haragana por nacimiento, me encantan las vacaciones.

 

 

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