sábado, 14 de noviembre de 2020

Contate un Cuento XIII Categoría B

 

La Posta De Pedro

Francisco Florez, alumno de la E.E.S.N°2

 

    Amaneceres y atardeceres profundos, majestuosas barrancas y el aroma del Río Paraná eran el escenario ideal para Pedro y su familia, lugareños y dueños de la posta del lugar, distante de Rosario unos 50KM y sitio obligado de Manuel Belgrano en su recorrido.

    Pedro, era un niño de 8 años inquieto, vivaz y muy astuto, vivía con sus padres y con Abel, su hermano menor.

    Corría el año 1.811 y con la llegada a la posada de cada persona también arribaban los rumores del paso del General por allí y esas noticias entusiasmaban al pequeño, soñaba con  conocerlo…

    Los adultos, a menudo, se reunían a conversar y Pedro prefería dejar el juego con Abel y los niños para empaparse y nutrirse con las novedades. Pero, en esos tiempos, todo era muy lento, desde las galeras y los carruajes hasta las noticias y los arribos.

    Soñar mucho ese encuentro lo fortalecía y lo hacía muy feliz, también lo ponía algo ansioso. Por las noches rezaban a la virgen de San Nicolás y agradecían por el día vivido, Pedro en el absoluto silencio pedía cumplir su deseo. 

    A mediados de enero de 1.812, una mañana en el que el sol derretía la tierra, llegó un mensajero avisando que al otro día el ejército de Don Belgrano haría un alto en el recorrido y daría descanso a las tropas allí, las órdenes eran de alistar el lugar de modo urgente 

    Pedro no entraba en sí de tanta alegría, él mismo había recibido al mensajero con aquella esperada novedad. 

    Tanta temperatura no trajo otra cosa más que lluvia y el anegamiento de los caminos, todo era desaliento al día siguiente para Pedro, esto lo condenaba a esperar aún más, pero en tanta tristeza surgió por efecto quien sabe de qué una gran idea: Él iría en busca del General, sus padres lo aprobarían porque pese a sus 8 años era un experimentado jinete. 

    Así fue que salió cerca de las 10 de la mañana a puro galope y pasadas 3 horas pudo ver al escuadrón a lo lejos. Sus emociones eran un “sube y baja”, nervios, taquicardia, temblores y sudoración, “ahí están!!” gritó y fue en busca de ellos. 

    Ya frente a frente, Manuel Belgrano no entendía la situación y aquel mensajero le explicó todo sobre Pedro, la posta y su familia, mientras Don Manuel descendía de su caballo, el niño también lo hizo de un salto y al extenderle la mano formalmente, Pedro lo abrazó muy fuerte llorando de emoción y felicidad.

    La llegada a la posada fue colosal, entre algarabías y ganas de descansar, Belgrano recibió el cuarto del niño para recuperar energías y aquel día de 1.812, a poco de jurarse la Bandera Nacional por primera vez, Pedro cumplió el sueño de su vida: conocer a Don Manuel Belgrano. 

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