domingo, 9 de noviembre de 2014

CONTATE UN CUENTO VII - MENCION DE HONOR CATEGORÍA B: “Nacimos para morir juntos” Por Guadalupe Felix Marsal – alumna de 3º año de la E.S.T Nº 1 de Lobería

Desde muy pequeño  trabajaba con su padre mientras que también iba al colegio. A los 13 años  recibió  maltrato de un docente y abandonó esa escuela, esto hizo que se sintiera muy triste porque su madre tuvo que cambiarlo de establecimiento y para el niño no fue fácil alejarse de sus compañeros y adaptarse a otro ambiente. Pasaron  dos largos años y volvió al mismo colegio de donde se había ido; sus compañeros estaban muy felices, lo recibieron con los brazos abiertos y le organizaron  una fiesta de bienvenida en la que almorzaron un rico asado y luego fueron a la pileta del pueblo a disfrutar todos juntos.
Fue pasando el tiempo y sintió la necesidad de ganar su propio dinero. Comenzó repartiendo diarios (nunca dejó de lado el trabajo que realizaba con su padre, que trabajaba en el campo) y con su primeros ahorros logró comprarse la Play Station 2, que él tanto deseaba y no quería que sus padres intervinieran en la compra. Siguió ahorrando y se compró un equipo de música. Como le iba mal en el colegio, su madre decidió sacarle la Play Station, eso lo enojó mucho porque no entendía como se la había quitado si la había comprado con su propio dinero. Dora, su madre, le explicó que si no estudiaba, cuando fuera grande  le resultaría más difícil  ganar su dinero y lograr cosas sin depender de nadie.
Y fue entonces que comenzó a poner empeño en el colegio y logró levantar sus notas.
Con el correr del tiempo surgieron otro tipo de intereses como por ejemplo: salir a bailar, ya que todos los chicos de su edad ya lo hacían. Con sus compañeros  conformaron un grupo para organizar  bailes cada quince días. El objetivo era recaudar dinero para realizar el viaje de egresados a Bariloche a fin de año, este dejaría recuerdos imborrables en cada uno de ellos.
En uno de esos bailes que organizaron con mucho entusiasmo y compañerismo con todos sus amigos  miró a una chica de una manera especial, era la primera vez que la veía, aunque más tarde supo que ella logró que pareciera casual un encuentro que no fue tal . Ella era carismática, súper buena, una mina con un corazón gigante que amaba la forma de ser de él; y entonces le contó  todos sus problemas y sufrimientos por los que pasaba desde los 12 años…
A ella le pasaba lo mismo con él, era una persona muy cerrada que trataba de estar siempre sola,  no contaba sus cosas a nadie. Conocerlo  fue increíble y profundo.
Con el paso de los días, el joven se dio cuenta que lo que  creía una amistad era ya amor y  un día le confesó que estaba completamente perdido por ella y que no podía dejar de amarla ni de pensar  en su forma de ser, en su personalidad, en lo que realmente era ella.
En fin, ella le confesó que también lo amaba y se unieron desde ese entonces, fueron novios por cuatro años, luego se casaron y tuvieron los niños que siempre desearon. A los veinticinco años de casados renovaron los votos matrimoniales y otra vez a los cincuenta años de matrimonio.
La vida tiene dos caras y la muerte es la otra, por suerte también los encontró juntos.
El nueve de agosto, los dos salieron por su parte a trabajar cuando la vida decidió por ellos. Mientras el tipeaba en su escritorio informes contables y ella en su tienda acomodaba la vidriera, ambos sintieron un fuerte dolor en su pecho e inevitablemente sus pensamientos se trasladaron en el otro. Los dos vieron pasar sus mejores momentos por su mente y sin saber del otro tocaron con su dedo pulgar el anillo que simbolizaba su unión. Ni los médicos de urgencia, ni toda la tecnología pudieron lograr que uno de ellos viviera; en su corazón ambos habían tomado la decisión de disfrutar juntos de esta vida y despedirse de ella de la misma manera: JUNTOS.        

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