domingo, 9 de noviembre de 2014

CONTATE UN CUENTO VII- MENCION DE HONOR “La protesta de dos viejitos” Por Ricardo Gustavo Creimer – La Plata

Encarnación Rizzo y Pacifico García conformaban un matrimonio de ancianos jubilados. Entraron a media mañana al Ente encargado de la provisión del agua corriente para efectuar un reclamo. Retiraron un número para el mostrador y se sentaron a esperar a que los llamaran. Pacifico llevaba una mochila de oxigeno de las que utilizan los pacientes de enfermedades pulmonares, con su guía de ingreso metidas en sus fosas nasales. Cuando les llegó el turno se dirigieron despacio pero resueltamente al mostrador y a viva voz explicaron su problema, más o menos así:
- Hace siete días que no tenemos ni una gota de agua en toda la casa. Hicimos el reclamo y nos dijeron que corría bajo el número 141417. También nos dijeron que en 48 o 72 horas lo repararían.
Continuaron contando que por la buena voluntad de los vecinos, que les tendieron una manguera por sobre la medianera, contaban con el agua imprescindible para la utilización, más o menos decorosa, del inodoro. Claro que previo acarreo del balde por más de quince metros.
La empleada que los atendía conectó su respuesta automática aprendida para estos casos con su fingida sonrisa. Para colmo al final de cada oración le agregaba la odiosa muletilla de “¿correcto?”.
Así es que les decía sonriendo: - en el término de 48 a 72 horas les solucionaremos el inconveniente… ¿correcto?
Don Pacifico, cada vez más enojado, soportó tres veces la respuesta monótona y automática; pero a la cuarta, le contestó furioso:
- No. no es correcto. El reclamo ya tiene una semana de efectuado y no pueden contestarme que espere dos o tres días más y para colmo subrayarlo interrogativamente con la palabra “correcto ” que no sabes ni lo que quiere decir.
Lamentablemente lo único que consiguió con eso fue que la empleada se hiciera la enojada y le repitiera que en 48 a 72 horas sería solucionado, volviendo a agregar el enojoso “¿correcto?”, pero esta vez separando cada una de las silabas de la palabra: - CO – RREC – TO 
Encarnación los interrumpió preguntándole a la empelada donde estaba el baño de damas y hacia allí se dirigió parsimoniosamente. El viejo, abandonando la discusión inútil, hizo lo propio y también ingresó en el baño de caballeros, razón por la cual la empleada suspiró aliviada y llamó el siguiente número de viva voz, para seguir con los reclamos, desentendiéndose de los viejitos.
Transcurridos más de quince minutos, y ante el reclamo de otras personas que querían acceder a utilizar el baño y encontraban la puerta cerrada, los empleados cayeron en la cuenta que los viejitos se habían encerrado; ella en el baño de damas y él en el de caballeros.
Golpearon insistentemente las puertas sin tener ninguna respuesta. Angustiada, la empleada que había tenido la discusión con ellos, llamó a Seguridad, argumentando:
-  lo único que falta es que los viejos se inmolen a lo bonzo.
Vinieron dos empleados de Seguridad grandotes y uniformados e insistieron con los golpes para que abrieran. Debido a que el silencio continuó siendo la única respuesta, luego de algunas consultas con la Gerencia y con la Comisaría, procedieron a violentar la puerta del baño de caballeros.
Esperaban encontrar al viejo ahorcado, pero no. Don Pacifico estaba pulcramente bañado, envuelto en una toalla y terminando de afeitarse. Mientras tanto ella, salió del baño secándose con un toallón floreado y luciendo otra toalla más chica envuelta sobre su cabellera a modo de turbante con el que las mujeres se transforman - por un instante - en actrices de cine.
Miró para un lado y para el otro y, sonriendo, volvió a entrar al baño, diciendo: - Me visto y salgo.
Entre los aplausos y vítores de otros usuarios que colmaban la oficina haciendo sus trámites, don Pacifico se sentó en una de las filas de sillas puestas a propósito “para esperar sentado”, secó sus pies y cortó sus uñas, juntando meticulosamente los trozos desbrozados.
Unos minutos después, mientras salían a la calle entre numerosas muestras de cariño, Encarnación dijo gritando:
- El Papa Francisco dijo que hiciéramos lió y aquí estamos. Tienen todo el día para arreglarnos el desperfecto; si no, mañana volvemos a cocinar aquí.
En menos de dos horas, concurrió una numerosa cuadrilla -de aquellas en las que uno trabaja y los demás miran - y en muy pocos minutos superaron el desperfecto.
Eso sí; previendo que la conducta de los viejitos se hiciera costumbre, el Gerente ordenó retirar las duchas y anular el agua caliente en los baños de atención al público.

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