LA ISLA DEL ARCO IRIS
Abril Borkar, alumna del Colegio Barker de Temperley
Se cuenta que hubo en tiempo donde el mundo estaba
dividido en islas de colores y un joven
llamado Oro habitaba en una de ellas.
Oro tenía el pelo amarillo y estaba un poco aburrido de
su vida. Vivía en una pequeña isla Amarilla. Todo allí era amarillo: árboles,
pájaros, casas, montañas... Ya estaba harto de tanto amarillo.
Su isla estaba cerca de otra, la Isla
Roja. Una vez por año, soplaba en aquel mundo un viento extraño. Y como todo
viento, traía hojas de muchos colores de las otras islas por donde había
pasado. Pero el Rey Amarillo instruía a sus soldados a juntarlas y quemarlas.
Sin embargo, una noche todo fue diferente.
Cuando la luna estaba en lo más alto del cielo (que en
esa isla se veía como un pálido sol
amarillento), llegó una dama con una capucha grande y arrugada, se acercó a la
casa de Oro y recogió una hoja amarilla de un árbol muy caro que el joven tenía
fuera de su hogar y se fue lentamente, sin casi hacer ruido. Pero él la estaba
mirando y entonces, comenzó a seguirla . La dama llegó a un bosque amarillo.
Allí descubrió que no estaba sola. Vio también a un niño y una niña.
La niña tenía ojos muy hermosos y cabello corto. El
chico, del otro lado, usaba anteojos y parecía un príncipe. Ambos también
lucían capuchas amarillas. De pronto, todos se las quitaron y Oro observó colores que nunca había visto en toda su
aburrida vida. Luego ,uno de ellos, al verlo, le arrojó un extraño polvo
multicolor y Oro se desmayó. Cuando despertó, vio a la chica roja mirándolo muy
seria. El chico azul estaba comprobando si tenía un arma y la chica verde
estaba organizando, sobre un tronco, hojas de todos colores.
- Oye extraño, ¿por qué nos espiabas? -dijo el chico
azul.
- Vi a esa chica robando las hojas de mi árbol y la
seguí.
Entonces la chica roja miró a Oro como si fuera el hombre
más tonto de toda la isla.
- Sí, la robé -le dijo muy seriamente- Estoy aburrida de
ver mi color en todas partes, y mis amigos también. Los conocí cuando buscaba
hojas verdes y azules. Soy Ruby. El chico azul es Lázuli y la niña verde es Jade.
Oro preguntó porque robaban
hojas de colores. Se miraron los tres y con un gesto decidieron que se lo
dirían. Ruby sacó un libro grande y viejo. Apenas podía con él.
- Recolectamos todos los colores –dijo la chica roja-.
Una antigua leyenda dice que el mundo, hace mucho tiempo, estaba lleno de
colores pero una terrible maldición los dividió. Este hechizo se romperá si se pueden reunir,
en un solo lugar, hojas de todos los colores. Una de cada isla.
Oro pensó que sería muy divertido hacer un mundo
multicolor, aunque le costaba imaginarlo.
- Los ayudaré –dijo Oro - pero, ¿cuántas hojas tienen?
- Tu hoja amarilla es casi la última. Solo nos falta la
negra… - dijo Jade
- Escuché que la Isla Negra es muy peligrosa.
- Iremos igual –contestó la chica roja -. Tenemos una
misión. Y Oro en ese momento pensó que Ruby era la joven más hermosa del mundo.
Pero nadie podía enamorarse de alguien de otro color. ¡Es la ley! Entonces, Oro
se sintió extraño... Feliz y triste, al mismo tiempo
De repente, Lázuli le dio un martillo. Pero no del tipo
común que se usa para arreglar. Era uno muy grande. Uno para destruir.
- Me gustaría tenerlo, pero soy mejor con cuchillos… -
dijo el niño azul.- Ponlo en tu bolsillo.
- ¡Pero es muy grande! –replicó Oro.
- Créeme. Se achicará.
Oro lo guardó en su bolsillo sin problemas. La
herramienta se encogió milagrosamente. Luego, todos subieron a un bote y
comenzaron su camino hacia la Isla Negra. Después de un día de travesía, llegaron.
Se pusieron ropa negra y caminaron en silencio.
-
La Princesa Negra
es amiga mía, -dijo Lázuli- Nos recibirá. ¡Miren ya casi llegamos!
Al entrar a la Sala del Trono, la Princesa Negra parecía
muy triste.
- Hola Obsidiana- dijo
Lázuli- Lindo verte de nuevo. Venimos a buscar una hoja negra. ¿Podemos
llevarnos una?
- Hola Lázuli. Entonces son ciertos los rumores. Intentas
cumplir nuestro viejo sueño… ¡Y trajiste a tus amigos contigo! Los ayudaré. Pero vengan conmigo. ¡Rápido!
La siguieron hasta el
patio trasero. Oro tomó una hoja y se la guardó en el bolsillo. La reina les
dijo que se fueran. El jefe de la guardia era un hombre que había ganado poder
y el reino estaba sufriendo por su maldad. Y ella también. Él no permitiría que
los colores se combinasen. Eso sería su fin. Ya no podría dominar a nadie.
Salieron corriendo. Lo hicieron por un rato. Atravesaron
negros caminos y se escondieron detrás de negros árboles. De pronto, sintieron
las voces de los soldados oscuros y se escondieron en una cueva.
Inesperadamente, los guardias del castillo salieron de la
nada y los atraparon. Cubrieron la entrada con una gran roca negra.
-
¡Qué fácil fue!
¡Nuestro jefe nos dará un ascenso! Vamos a buscarlo. Estos tontos no irán a
ningún lado.
Los chicos estaban preocupados. Si los llevaban ante el
Jefe de la Guardia probablemente los matarían. Estaban asustados y temblaban .Entonces
Oro recordó. Sacó lentamente el
martillo, que bajo la mirada de todos volvió a ser enorme al salir del
bolsillo. Y partió la piedra negra de un solo golpe, liberando la entrada.
Corrieron hasta encontrar el mar. La Princesa Negra los
esperaba en la playa. Pero había guardias que la habían seguido. Y se
acercaban.
- Voy a distraerlos –dijo Obsidiana-. Saben lo que deben
hacer: Ir al lugar donde se juntan todas las islas y abrir el libro con las
hojas de colores. Entonces, la maldición desaparecerá.
- ¿El lugar donde se juntan todas las islas? ¿Dónde queda
eso? –preguntó Jade.
- Yo sé dónde –dijo Ruby-. Suban al bote. Rememos al sur.
Así lo hicieron.
Al poco tiempo, llegaron a una pequeña isla blanca, no
más grande que una plaza.
- Aquí es - aseguró la joven roja- Leí sobre ella en un antiguo libro. Si miran
al horizonte, verán alrededor a todas las otras islas. Este pequeño islote está
exactamente en el centro.
- ¡Y miren! -dijo Oro - hay una única planta en toda la
isla. Una planta de anchas hojas blancas.
- Tiene lógica –pensó Ruby en voz alta-. Nos faltaba el
blanco. El blanco es el color que contiene a todos los otros.
Pusieron el gran libro en el suelo, cortaron con mucho
cuidado una de las hojas blancas y la agregaron, muy despacio, al libro. Nadie
sabía que sucedería a continuación.
De repente, comenzó a soplar el mismo viento que desde el
principio. Llegó rápido y fuerte, pero en lugar de traer hojas coloridas, el
viento trajo colores. Todos los colores del arco iris. ¡Y más! Unos rayos luminosos salieron del suelo
blanco y comenzaron a pintar el mundo con todos los colores diferentes.
- Así fue como cambiamos el mundo- le dijo Oro
a su hijo.
- ¡Bravo! - aplaudió el niño. Entonces llegó Ruby y dijo:
- ¿Por qué sigues despierto? Es hora de ir a la cama.
- ¡Pero Mamaaaá!
- Creo que tu mamá tiene razón. -dijo Oro
- Uhhh. Buenas noches Mami y Papi
- Buenas noches cariño… ¡Qué tengas sueños llenos de
colores!
No hay comentarios:
Publicar un comentario