jueves, 12 de noviembre de 2020

Menciones de honor Contate un Cuento XIII CATEGORIA C: jóvenes de 16,17 y 18 años

 

Real ilusión

Pilar Orsati, alumna de la E.E.S.N° 3 “Carmelo Sánchez”

 

Un sonido molesto la despertó bruscamente. Durante unos segundos, permaneció en ese limbo confuso entre los sueños y el mundo real, en el que no entendía qué era esa melodía repetitiva e incómoda ni de dónde provenía. Hasta que logró extender su brazo hacia la mesa de luz y apagar el despertador. La realidad le cayó como un balde de agua fría. Eran las ocho y media de la mañana, y como todos los lunes, comenzaba una nueva semana.

Se levantó de la cama y fue directo al baño. Se lavó los dientes y la cara, pero no fue hasta que se colocó la crema antiarrugas que miró su reflejo en el espejo. Su pelo estaba marrón, pero sabía que en realidad ese ya no era su color natural, en lugar de eso, se estaba volviendo blanco. Tan blanco como su piel, la cual había perdido ese tono rojizo en las mejillas, y ahora se volvía cada vez más translúcida, como si en algún momento fuese a desaparecer. Articuló una sonrisa. Estoy igual de bien que a los 30- intentó convencerse, pero su mirada cansada y sombría no parecía estar de acuerdo.

Desde el pasillo podía oír el televisor, estaban pasando un comercial de ollas que ya conocía de memoria y que, de hecho, ya había comprado en dos ocasiones. Nunca lo apagaba, ya que además de que le gustaba escuchar otras voces en la casa, le permitía enterarse al instante de todo lo que pasaba a su alrededor, y como dice el dicho, el saber es poder.

Mientras preparaba su café, sonó una voz familiar a sus espaldas: el noticiero había comenzado. Rápidamente, dejó todo lo que estaba haciendo y se sentó en el sillón que tenía detrás. El cual, con el tiempo se había ido ahuecando a la medida de su figura, de forma tal que cuando ella lo ocupaba daba la sensación de que se completaba el rompecabezas.

Luego de presentarse, los conductores comenzaron con las noticias del día, las cuales no eran muy distintas a las del día anterior, ni del anterior al anterior. Dijeron que habían vuelto a desaparecer mujeres, que la policía había encontrado el cuerpo descuartizado de otra, que seguían los robos a mano armada en la vía pública, las disputas entre vecinos y el aumento del costo de los huevos (alimento de lujo). Además, aconsejaron a sus espectadores que procurasen no salir de sus casas debido a que el aire estaba tan contaminado que era posible que causara enfermedades respiratorias.

Mientras veía las imágenes poco discretas de los hechos, no podía evitar angustiarse. Parecía no darse cuenta de que todos los días recibía la misma información, la cual siempre venía cargada de odio y violencia. Miró a su alrededor, todas las cortinas de su casa estaban cerradas y aunque lo intentase, no podía recordar la última vez que había dejado entrar la luz del sol, ya que no podía lidiar con la idea de encontrarse con la realidad que le mostraban todos los días a través de la pantalla. ¡Qué días de locos estos que vivimos! - pensó en voz alta, y el programa siguió su curso habitual.

La conductora estaba hablando de lo cómodos, económicos, elegantes y a la vez ligeros que eran los zapatos que llevaba puestos y que toda mujer debería tener, cuando escuchó un sonido que la desconcertó. Al principio, creyó que provenía del noticiero, pero como luego de varios segundos no paraba, se percató de que surgía de otro lugar. Si bien este era muy distinto a la música computarizada y repetitiva que pasaban por televisión, le pareció familiar. Era como volver a ver a alguien luego de mucho tiempo.

La extraña melodía la fue hipnotizando como si le hubiesen puesto un hechizo. Inesperadamente, se encontró divagando por los recuerdos de su infancia. Evocó con cierta nostalgia las tardes de vereda con sus amigos del barrio, los heladitos de los domingos después de almorzar, las chocolatadas con sus primos en la casa de su abuela, las películas con pochoclos en el living de su casa y los abrazos de su mamá cuando volvía del colegio. Esto, provocó que se levantara del sillón y que, por primera vez en mucho tiempo, apagara el televisor. De repente, la casa pareció distinta y se llenó de la dulce composición que la hacía sentir segura, tranquila, como si todo fuese a estar bien.

Caminó hacia la puerta y, tras juntar, coraje la abrió muy despacio y con los ojos cerrados, ya que a pesar de que sentía curiosidad y cierta atracción, todavía le seguía teniendo miedo al mundo exterior. Cuando esta por fin quedó abierta de par en par, comenzó a separar sus párpados de a poco para que se acostumbren a la luz, y fue ahí cuando la vio.

Sentada en el cordón de la vereda de enfrente, una joven tocaba la guitarra. Siguió con la mirada los movimientos de sus dedos en las cuerdas. Vio como estos danzaban entre DO y LA menor, para luego volver a RE, y casi sin darse cuenta empezó a tocar acordes en el aire, como si ya hubiese tocado esa canción miles de veces en el pasado, como si conociera todos los secretos y rincones del instrumento, como si esa joven y ella fueran la misma persona. Como si la joven fuera ella, en un lugar más vivo, en un tiempo más feliz.

Cuando la canción llegó a su fin, la muchacha levantó la vista e hicieron contacto visual por unos segundos, en los que sintió que viajaba en el tiempo, que pasaba por todas las constelaciones y volvía a la tierra. Luego, los ojos de la joven recorrieron todo el paisaje, y recién en ese momento, ella se dio cuenta de que este no era como lo había esperado. No había cadáveres tirados sobre el asfalto, ni personas cargando armas como mostraban en el noticiero. Tampoco había calles inundadas, gente con máscaras de oxígeno o ruidos molestos de las alarmas de seguridad de las casas. En lugar de eso, el clima era agradable, el sol resplandecía y el único sonido que se podía distinguir era el del televisor dentro de los hogares, un sonido que ella y que todo el mundo reconocería desde metros de distancia. ¿Acaso había ignorado el despertador esa mañana y eso que estaba viendo no era más que un sueño? ¿O el sueño había sido todo lo anterior y ahora acababa de despertar?

La cabeza no paraba de darle vueltas, ya no podía decir qué era real y qué no. Toda la seguridad que le había proporcionado la canción se esfumó como una ráfaga de viento, dando lugar a que regresen todos sus fantasmas. Una parte de ella quería salir, escuchar más música que le llenara el alma y sentir los rayos de sol calentándole el rostro. Pero en lugar de eso, volvió a meterse en su casa y tras cerrar la puerta, se sentó en el sillón. Prendió el televisor y se sumergió nuevamente en ese bucle interminable, como si nada hubiera cambiado desde que preparó el café del desayuno. No lo hizo por cobarde, pero tampoco lo hizo por valiente, simplemente no pudo con tanta realidad, o con tanta ilusión, según de donde se lo mire. Porque al final de cuentas, después de tanto tiempo sumergida en su burbuja, su mente había empezado a estar ausente y su corazón se había convertido en un desierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario