El campión
Daniel Salomone
Gonzales - Uruguay
Soy bosiador, de los profesionale. Desde
chico soñé con ser campión del mundo. Lo mataba a piña a lo niño del barrio. El
que se hacía el vivo conmigo, o con alguno de mi amigo, se la tenía que ver con
este puño.
La primera ve que pelié fue con un grandote,
el Juanjo Martine. Por nada, porque tenía gana de cagarlo a puñetazo no má. Lo
peché, le dije lo que se me vino a la boca (lo má chico fue puto) y al ratito empezó
la pelea. La piña iban y venían, iban y venían, iban y venían, y venían y
venían y venían…Me mató a trompada. Me chorriaba sangre de la narí. Pero no
lloré. Me dolía todo, pero aguanté como buen machito que soy. Despué nadie me
paró. Todo lo día me enredaba en algún combate, a trompazo y patada; a muerte.
A lo poco mese ya era muy difícil que
alguno me tirara al piso. ¡Yo era el
campión! ¡El campión
del barrio!
El día que todo empezó a brillar pa’mí estaba
peliando en la calle con tre,
¡eh!, ya uno no me
alcanzaba, con tre o cuatro o cinco me enredaba. Un viejo
entrenador del
gimnasio me vio y me preguntó si no quería practicar con él; que
tenía potencial me
dijo, Po-ten-cial. ¡Tomá! Yo trabajaba en el mercado
cargando cajone de
naranja, y la verdá, que cuando empecé a cobrar por lo
combate, dejé el
trabajo enseguida. Cada ve era má guita, y yo quería cada ve
má.
Fui afirmando mi nudillo a cachete ajeno y
me prometí que sería campión del mundo, y si no lo era, si yo no era un ganador,
que me fueran a buscar a la tumba. Se lo dije a mi amigo del barrio, bien clarito,
si no salgo campión del mundo, me tiro de un puente, porque a mí, a mí, que me
vean en el barrio como a un perdedor, jamá. ¡Yo soy el campión! ¡Ja! Todo se
reían y me agarraban pa’la chacota. No confiaban en que llegara tan lejo.
Pero yo sí me tenía fe. Yo siempre lograba
lo que me proponía.
Y empecé a ganar pelea como loco. Una atrá
de otra…Y lo estadio eran cada ve má grande y la mina estaban cada ve má
divina.
Yo tenía una novia desde hacía tre año. Una
piba buena, media gordita, pero buena, de familia con plata. Me querían.
Siempre me apoyaban cuando yo estaba en la lona. La quería mucho, e la verdá,
pero cuando me hice famoso y agarré
buena plata, me consegui una novieta nueva. No se puede estar enamorado
teniendo guita encima. Son cosa que no van junta. La cambié por una rubia con
ceja negra. Tenía buen culo, un culo imponente. Hasta miedo daba tanto culo…De teta,
nada…Dio le mandó toda la carne pa’bajo…Hasta me casé con ella…pero yo no
servía pa’star atado. ¡Con toda la vida que me quedaba por delante! Me divorcié
a lo tre mese. Me sacó tanta plata que casi me fundo, pero un futuro campión del
mundo nunca se debe mostrar rendido.
Yo quería má, así que me conseguí otra
novia, una colorada que era brava pa’la imundicia. No paraba. A mí me dejaba
como loco. “Tengo fiebre uterina” me decía, ¿fiebre uterina?, ¿qué carajo será
eso? Lo que sé e que me dejaba muerto en la cama. La única pelea que perdí
despué de hacerme famoso fue con esa colorada.
Nunca fui bien hablado. Creo que se nota. No
se me pegó la costumbre de decir palabra fina aunque era cosa de rico; y eso
que a lo poco año ya tenía mucha, mucha platita. De casualidá aprendí a escribir,
porque las mano la usé pa’ otra cosa; pa’ lastimar toda cara que se me cruzaba
en el camino. La guita me llovía…Y yo quería má…Y má tenía y ma gastaba; auto
cero ka pa’ dó persona. Lo que tienen plata no andan en auto pa’cuatro. También
me compré una casa en la playa, casi en la arena.
Seguí avanzando, paso a paso hasta conseguir
la pelea por el campionato del mundo.
No entrenaba mucho, lo mío era un don.
Igualmente me parecía raro que en alguna pelea lo contrincante eran medio flojo
y con una trompada ya caían en el primer round. Tiempo despué me dijeron que
estaban “arreglado” lo combate. No sé por qué. Yo lo hubiese reventado a eso
marica sin ningún acomodo.
A esa altura ya llevaba do divorcio y cuatro
niño con mi apellido…pero no importaba, al campión, al campión nadie lo para.
Cuando me
consiguieron la pelea por el campionato, la verda que me sentía motivado.
Quería reventarlo, pero sentía que me faltaba un poco de fuerza, de práctica.
La última pelea habían sido tan fácile, habían mostrado tan poca resistencia mi
oponente, que no me sentía al cien por cien.
Pa’ no estresarme demasiado, la noche ante
me fui al bar a tomar uno trago y me conseguí una morena pa’ pasar la noche.
Hubo droga, do botella de whisky y otra amiguita que se hizo presente con una
tanguita que ni se vía. Me salieron cara, pero se me fueron todo lo nervio.
Al otro día, el día de la pelea por el título,
era otro. No dormí. Estaba encendido, lo ojo rojo de rabia. Lo iba a matar. En
el barrio me iban a adorar. Me recibirían con pancarta y organizarían una
fiesta… ¡El campión! ¡El campión del mundo!... Me levanté y vi a la do nena
desnuda en la cama y dije pa’ mí: “Vamo por otra victoria, campión”. Hice una
flesione, una abdominale y partí en mi auto rumbo al gimnasio.
En la esquina, a una cuadra del club, un
nabo, un tremendo nabo, se cruzó en roja y me hizo mierda el auto. Yo salí
ileso…Por algo soy el campión…Ni un auto…ni un camión me para. Al otro le di
tanta trompada, tanta piña que lo dejé tirado en el piso, babeando sangre.
¡Maricón!…
Yo no tuve la culpa del accidente, pero por
el alto alcohol en la sangre me
mandaron preso uno
mese y me cancelaron el derecho a bosiar. Le destrocé la
cara al otro chofer.
“No é ético lo que usted hizo”, dijeron lo de la comisión deportiva.
Nunca llegué a la pelea por el campeonato.
Una lástima. Le hubiese roto
todo lo hueso.
…Y ahora estoy acá,
parado en este puente, dispuesto a dar el salto de muerte como todo buen
ricachón que car en desgracia. Yo cumplo lo que prometo; “ante muerto, que
perdedor”.
¿Oyeron? ¿Oyeron bien? “ante muerto, que
perdedor”…Aquí está el campión. Sigo siendo el campión, ¿Oyeron?...Yo soy el
campión…
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