jueves, 12 de noviembre de 2020

Menciones de honor Contate un Cuento XIII Categoria A : jóvenes de 12 y 13 años

 

Recuerdos de azúcar

Sofía Habú, alumna de la Escuela del Arbol , CABA

Tomás entró en su casa y cerró la puerta. Vivía solo, así que no tenía que esperar a nadie. Entró en la cocina, repleta de frascos. Como todas las tardes, preparó un té. Siempre lo endulzaba, en su momento lo hacía con azúcar blanca, pero su vecina, doña Rita, le comentó , más bien le impuso,  que el azúcar integral era mejor. No es que ella fuera médica ni nutricionista, pero era bastante prepotente y de mayor tamaño que Tomás. Con su lento andar, se acercó al tarro de azúcar. Era completamente de vidrio, con unas delicadas decoraciones florales. A Tomás le gustaba, siempre le hacía pensar en el bosque, pero aquel día… El azúcar dentro del tarro parecía un diminuto acantilado de arena. Curioso, lo destapó. En aquel momento sintió arena entre los dientes, y una brisa salada invadió su nariz y le golpeó el rostro. Recordó el día en que su padre lo llevó a conocer el mar. Rápidamente abrió otro frasco. Tomillo. La huerta de la que su madre sacaba especias. Su antigua casa. Recordó la hierba desprolija y libre, que crecía a su alrededor. Otro frasco. Sésamo. Las galletitas que llevaba a la laguna, y de las cuales la mitad se la comían los patos. Romero. Lentejas. Arroz. El pimentón llegó junto con su padre. Los fideos con su hermana. La miel con su abuela. Las chispas de chocolate con su madre. El cacao con la escuela. Así, junto con los frascos, llegaron lugares, personas, recuerdos… Último frasco. Laurel. El bosque. Troncos, ramas, pájaros… y su esposa. Recordó su cabello enrulado y sus mejillas sonrosadas. Siempre habían amado ese lugar. “¿Podré llegar ahí?” se preguntó Tomás. “No hagas imprudencias” le había dicho doña Rita. “Imprudencias”, se dijo él, “es seguir consejos de quien no entiende sobre magia”. Y, tomando coraje, metió la mano en el frasco.   

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